La filmografía de William Friedkin es un poco extraña y aunque sus logros no sean equiparables a los de Francis Ford Coppola, casi parece que hayan desarrollado una carrera en paralelo que se complementa. El primero realizó sus dos obras más reconocidas en 1971 ("French Connection") y 1973 ("The Exorcist"). Los años pares paralelos (1972, 1974) Coppola facturó las dos primeras partes de "El padrino". Si bien este último director tuvo más suerte con proyectos posteriores y aún pudo entregar alguna Obra Maestra ("Apocalypse Now", 1979), Friedkin lo llevó peor. El inicio de la década de los 2000 trajo consigo la caída parcial de ambos a pesar de pequeños intentos, más independientes y personales. Coppola atacó con "Youth Without Youth" (2007) y "Tetro" (2009). Friedkin lo hizo con dos encargos de Hollywood (Rules of Engagement, 2002; The Hunted, 2003) y el buen film de terror psicológico, "Bug" (2006). En 2011 los caminos de ambos realizadores se vuelven a cruzar: los dos han estrenado película. Y en géneros que podrían intercambiarse porque el "Twixt" de Coppola, una pieza de terror gótico, bien podría haber sido facturada por el Friedkin que nos los puso de corbata con la historia de la posesión de la joven Regan. "Killer Joe" podría ser del Coppola de los 70, el verdaderametne bueno. Pero es de Friedkin y, de paso, es una de las mejores producciones de 2011.

El porqué se encuentra grabado a fuego en sus imágenes, unas potentes, intensas, que recuperan el buen hacer del realizador, que moldea un thriller con un humor negrísimo que encuentra su núcleo en la unidad familiar y no en los clichés actuales. Este es un ejercicio de clasicismo, que se permite construir a los personajes para que sintamos simpatía (u odio) por ellos, que nos obliga a posicionarnos. Una historia de perdedores, en el fondo, que se lo juegan todo a una sola carta... sin esperar que esa apuesta se les vuelva en contra multiplicada por cien. Notablemente interpretada (Juno Temple roza el milagro), con una dirección sobria, ajustada, pero generosa en cuanto a virtuosismo, su música (compuesta por C.C. Adcock) funciona como catalizador de la ironía que desprende el guión de Tracy Lewis. A fin de cuentas "Killer Joe" es una película sólida que se beneficia de todas sus herramientas y las aprovecha, sin pudor, para analizar tantas cosas (la familia, el crimen, el azar) que casi parezca mentira que se pase tan rápido. La pude ver dos veces en el Festival de Sitges y la segunda me gustó incluso más que la primera, a pesar de saber cómo acabaría. Así que por mi parte, sólo queda esperar que Friedkin siga por este camino de aquí en adelante y que no le pase lo que a otros (como Lumet con su notable "Before the Devil Knows You're Dead"), que nos dejaron con las ganas de ver más buen cine capturado por sus cámaras, tras una resurrección tras un tiempo fuera del mapa. Fantástica.