Vigalondo como actor no es precisamente Marlon Brando, pero el tío se las sabe todas y es más listo que muchos directores que llevan años en esto del cine. Con "Los cronocrímenes", se saca de la manga una de las películas españolas más sorprendentes y originales de esta década, un producto atípico hasta el punto de que Hollywood, para variar, ya ha comprado los derechos para hacer un remake con, a priori, David Cronenberg o George A. Romero encargándose de la dirección. Casi nada.

¿Razones? No tengo ni idea. Como película es interesante, tiene alguna cosa curiosa y la historia está muy bien llevada. Justo esto es lo más destacable de un film que, por otra parte, tampoco es demasiado inteligente, ni complejo, sino que más bien se apoya continuamente en su estructura alterada para parecer más y más extraña. Y no lo es tanto.

Puede entenderse que como debut es una gran obra. Vigalondo pudo haber rodado la película en un día, como mucho. Sólo sería enfocar las secuencias desde diferentes planos y luego montarlas a saltos. Eso es Los Cronocrímenes, una forma de demostrar que con cuatro actores y poquita pasta puede hacerse algo fuera de lo normal. ¿Va más allá de eso? Pues no. Sólo es curiosa, y el hecho de que deje cabos sueltos y tenga un final tan extraño no ayuda a que se haga un hueco en la memoria de nadie. Puede verse, pero tampoco es nada del otro mundo.