Codirigido por Roger Gould, el verdadero alma de "Saltando" no fue sino Bud Luckey, que además de encargarse de la realización compuso la banda sonora, narró la historia -en off- y escribió el guión. Este veterano animador de Pixar decidió acercarse al modelo de los cartoons de los 50-60 para éste, su primer -y único- acercamiento a la dirección dentro del estudio (porque antes ya había ejercido este rol encargándose de las animaciones del Barrio Sésamo norteamericano). El resultado fue una nominación al Oscar al Mejor cortometraje animado, si bien no se materializó en la estatuilla dorada. No siempre se puede ganar en esta vida y, como en el corto indica, más vale seguir adelante que echarse a llorar en un rincón: todo tiene solución.

La historia de "Saltando" nos presenta a una oveja cuyos bailes son aplaudidos por todos los animales del lugar. Pero cuando un humano le "secuestra" y le esquila, el animalejo ve su mundo venirse abajo: está sin pelo y se siente desafortunado, sus antiguos amigos se mofan de él... hasta que llega al lugar un conejílope (un animal imaginario bastante popular en USA, mezcla de conejo y antílope) y le enseña a saltar. Narrado con voz entusiasta, usando rimas continuamente, su ritmo es equiparable al de un episodio de los Looney Tunes: una simple una acción-efecto que culmina, al final, el golpe cómico sin olvidarse de la moraleja. No es el mejor trabajo animado de Pixar, si bien visualmente no desmerece en absoluto, pero la historia queda un poco por debajo de lo habitual y, para qué negarlo, le falta un poco de mala leche para ser verdaderamente memorable. Aún con todo, merece la pena, como casi todo lo que ha hecho esta compañía.