Tantos premios se le vienen adjudicando a Frances McDormand, que "algo" debía tener esta película, escrita y pensada para ella. Realmente no defrauda, porque recorre toda la gama de expresividad desde la implacable buscadora del culpable de la muerte de su hija, hasta la ironía o la empatía con un simple escarabajo. No es una "mujer dura", se ve que nunca la vida le fue fácil. Pero tiene tanta necesidad de SABER que agota todos los recursos y va pateando puertas para sacar del letargo a los responsables de investigar. Aún con su enojo, es querible, porque se comprende su dolor, y no cae en la tentación de ser lacrimógena porque un muy buen guión le sabe imprimir diálogos terriblemente prejuiciosos a quienes conviven en Ebbing, provocando una horrorizada sonrisa. Sólo me queda un zumbido en el personaje de Sam Rockwell, cuyo cambio de personalidad no resulta muy creíble...