Poesía lírica en “far west”. Con un gran actor, cualquier película queda ya justificada, pues es cierto que los actores con caché cuentan con la ventaja de poder elegir sus papeles. De ese modo, uno no sabe muy bien si es antes el buen actor o el buen papel. En este caso, Redford justifica cada línea del guión y cada rollo del metraje.

La filmación, tan real como la vida misma, nos deja momentos imperecederos: la pesca con las manos en esas aguas heladas; el encuentro con ese hombre congelado (y muerto); el ataque de los lobos; la construcción (casi a tiempo real) de la cabaña; la posterior quema de la misma; la cacería del oso… y un largo etcétera.

Con tintes de documental, me ha congratulado ver que filmaffinity registraba el género de “supervivencia”. No le viene mejor otro adjetivo. Muchas películas caen en las imágenes sin contar una historia, pero aquí Pollack aprovecha todo. Deja una sensación feliz al verla.

Quizá le falta otro tipo de final, para que pudiéramos estar hablando de una obra dejada en el olimpo de los dioses.