Lo que empieza siendo para nosotros una raza de extraterrestres cuya vista provoca repugnancia, a raíz de la simbiosis ocurrida en el protagonista principal, cambia hasta resultarnos, al menos uno de sus líderes o pilotos y su hijo (no así en los obreros alienígenas, que parecen tan violentos, mediocres, brutos y faltos de valores y trascendencia como las masas humanas), simpáticos, dignos de consideración. Poco a poco nos damos cuenta de que incluso algunos de esos "bichos" quizás sean más civilizados y respetuosos que los humanos. Es más, ese padre e hijo extraterrestres que logran escapar, en el corto tiempo en que observamos su forma de ser, nos generan la esperanza de que son seres honestos, de honor, muy sensibles y comprensivos: que no olvidan sus promesas y que volverán a salvar al amigo humano.

¡Pronto, por favor!, esperamos impacientemente: "Distrito 10".