Segunda película de Atom Egoyan que veo, tras Ararat, que me gustó muchísimo, y ésta ha sido una leve decepción, aunque no es mala. Se nota el toque del autor en la tranquilidad de los planos, en la fotografía excelente, en un uso de los colores claros y limpios, transmite una imagen muy buena, el problema que le veo es que la película no da para tanto o él no consigue transmitir tanto como quería, en parte culpo a los actores a quienes encuentro un poco sosos y poco creíbles por momentos.

Intenta darle una especia de unión argumental con el cuento del flautista de Hamelyn, pero me parece demasiado forzado y simple, cuando se hace algo así se busca la sorpresa en el espectador, o que pienses "que bien enlazado" aquí ni una cosa ni la otra. Lo que más me gusta de la película, por cierto, las casas, la casa de la pareja hyppie, un loft en una cabaña gigante me encantó.

En definitiva, la película es buena, el argumento es interesante y bien planteado, pero los actores algo sosos, no transmiten y la película un poco estirada.