Esta vez, sí. Mortadelo y Filemón tienen demasiado carisma para que les siente bien un traje distinto al que todavía les dibuja Francisco Ibáñez. El humor de Javier Fesser también es absurdo e hilarante, pero los agentes de la T.I.A. no necesitan de ningún milagro, por mucho que provenga del surrealista P. Tinto. Y Fesser se ha dado cuenta y ha enmendado a lo grande la primera incursión que realizó en su universo, 'La gran aventura de Mortadelo y Filemón'. Incluso se podría decir que ha derrapado más de la cuenta, pero el espíritu del tebeo está ahí y, tras múltiples versiones tanto en el cine como en la televisión, la esencia del papel por fin se ha trasladado a las pantallas.
'Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo' comienza con el Súper ordenando a sus subordinados que persigan a Jimmy el Cachondo después de que este robara de la central de inteligencia una caja fuerte. Para encontrarlo, deberán contar con la ayuda del Tronchamulas, un expresidiario del tamaño de un armario que quiere vengarse de Filemón haciéndole 'el aquello'. Menos mal que dispondrán de la reversicina, un invento del profesor Bacterio que lo volverá manso como un corderito.
El argumento es la parte más floja de la cinta. La simpleza del guion y la básica estructura narrativa conseguirían desmerecer la calidad final del proyecto si no fuera por el magnífico desarrollo y caracterización de los personajes, sobre todo de Filemón. La adecuación a la sociedad de nuestros días, con numerosos guiños a la actualidad, tampoco afea la naturaleza del cómic, porque su crítica a nuestro carácter rastrero, envidioso y ruin sigue por desgracia aún patente. Además, en el filme no se suprime aquel léxico y forma de hablar tan peculiares, por lo que el recuerdo a los tebeos es constante. A esto contribuye también el gran número de mamporros y golpes que sufren los protagonistas, que vuelven a aparecer ilesos en el siguiente fotograma. En este aspecto es donde el fabuloso trabajo de Fesser se torna renqueante, ya que el exceso de tortazos y la velocidad endiablada de ciertas secuencias pueden desconcertar al espectador.
En cambio, el público -sobre todo, si ha sido lector de las viñetas- conectará enseguida con el humor propio de las situaciones que viven los protagonistas, perfectamente extraído de los tebeos y plasmado fielmente en la que es la mejor adaptación del mundo de Ibáñez hasta la fecha. Por si fuera poco, la conversión a la animación 3D arroja unos resultados notables. Tanto que la factura visual y la estética luminosa suponen otro de los puntos a favor del largometraje. Además de filmar momentos desternillantes -la ralentización de los movimientos de Filemón acompañada de una canción de Julio Iglesias no tiene precio-, Fesser homenajea al creador de los personajes colocando multitud de detalles cómicos en segundo plano, que muchas veces pasarán desapercibidos si no se está alerta. Y la elección del reparto es sublime. Karra Elejalde y, más concretamente, Janfri Topera encajan en las voces de Mortadelo y Filemón como una pieza de puzle.
La película de Fesser, pese al agobio de trompazos y a la sencillez narrativa, capta magistralmente el humor original de las historietas de Ibáñez y constituye una adaptación cinematográfica excelente. La firmaría cualquiera que creciera riéndose entre sus páginas.

Diario de Navarra / La séptima mirada