Arriesgada es uno de los múltiples calificativos que se me ocurren para describir el hecho de que la película comience con una canción interpretada por María León, cuyo fuerte dudo mucho que sea cantar, si es que tiene alguno.

Pero no es la única actriz a la que veremos cantar ya que ésta es la manera que tiene a película de introducir cada microhistoria. Curiosa forma de romper el hielo aunque bastante insulsa y melancólica, en el fondo alma de la película.

Dos extraños conectan en un bar y hablan de sus vidas. Noriega y Cuesta como desconocidos, el cibercafé como testigo y los espectadores bostezando ante tanto diálogo ya antes escuchado.

Jimenez se despierta en cama ajena, deconocido Miller a su lado, y ella con resaca de Jagermeister. Intenta huir, arrepentida. Pero en su intento, su ligue se despierta, y resulta ser un Casanova. El espectador mira a otro lado, entre despistado y aburrido entre tanto diálogo conocido.

Andrea Duro, sorprende cantando (y van…), queriendo montarse un trío. Pero el amor, que todo lo puede, termina siendo más protagonista que los propios amigos, y triunfa para demostrar que por un amigo se hace lo que sea. Y mientras el público, que todo lo aguanta, disimula y, claro, se aburre.

Hay más historias interconectadas e igualmente monótonas en las que confundir las relaciones entre personajes, pero para conocerlas todas hay que ver “Los miércoles no existen” completa porque quizás sólo así se comprenda el verdadero espíritu de una película que intenta mostrar las dificultades de las relaciones de pareja, sus altibajos y las decisiones que deben tomarse cuando no se sabe qué decisión tomar. Eso sí, sin aportar nada nuevo ni siquiera un enfoque original y refrescante o diálogos ocurrentes y atrevidos.