Es curioso que sabiendo lo que me gusta Dwayne Johnson no haya visto esta cinta que me había recomendado cierta persona. No la conocía de nada y era una de mis pendientes de las poquitas que me quedan de la filmografía de este carismático actor. Hace un par de meses vi la sorprendente Coach Carter de Samuel L Jackson y curiosamente me encontré con una cinta emotiva, desgarradora, realmente impactante y soberanamente entretenida pese a su duración, en esa ocasión me encontré al mejor Jackson en una historia envolvente y en esta ocasión con una temática algo similar aunque no tan personal y profunda como aquella relacionando el rugby y la cárcel en vez del baloncesto y los estudios. Aunque ambas cintas significan algo grande y es la madurez, la superación, la confianza en uno mismo, la seguridad y sobretodo el afrontar los miedos, los sueños y los problemas. Un gran Dwayne Johnson borda y consigue la mejor actuación dramática de su carrera dejando escenas memorables como el momento en que se encara con uno de los jugadores ejerciendo de muro o cuando intenta ayudarlos y siente empatía por ellos. Sin lugar a dudas Phil Joanou explota lo mejor de Dwayne sacando una historia envolvente, entretenida y emotiva, quizás no tan arriesgada como Coach Carter y extremadamente tópica y previsible, pero la historia es tan interesante y el mensaje es tan atractivo que es inevitable no encariñarse con los miembros del reparto y sobretodo del gran The Rock.
No es una obra maestra ni pretende serlo, aparentemente puede ser la típica película deportiva de un deporte al que aquí en España a casi nadie le gusta pero al igual que me pasara con cintas como Rush o Coach Carter de deportes que no me gustan, consiguieron venderme la moto y me emocionaron y sobretodo dejaron escenas en mi cabeza, impactante por momentos y emotiva por otros. Dwayne lo borda en un drama deportivo sobre como alcanzar la madurez en la vida y no llegar a ser un mero delincuente.