Hace tiempo que pude ver la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Stephen King, pero apenas la recuerdo. Tengo que culpar de esto a que los años ya me pasan factura. Encima nunca le he hincado el diente al mencionado libro. El director Andrés Muschietti le ha tocado el turno de ponerse tras la cámara para dirigir una nueva adaptación de la novela. El resultado no ha podido ser más favorable. Ya supo poner el miedo en el cuerpo a más de uno con su anterior film titulado Mamá, y con el que nos ocupa, ha vuelto a dar en el clavo en lo que concierne al terror. Voy a juzgar la película, no como adaptación, porque no me he leído, como he mencionado antes, el libro, sino como película en sí. Y como tal, cumple muy bien su función. Desde la dirección, el maravilloso reparto, mayormente adolescente, ese Pennywise excelentemente interpretado por Bill Skarsgård, los efectos de sonido (que son magníficos y sirven, además, para todos los momentos álgidos de la trama y para darte los sustor de rigor, lo consiguen), los efectos visuales muy bien elaborados y la decente partitura de Benjamin Wallfisch (ha puesto música a Figuras Ocultas (2016) y en Annabelle: Creation (2017), por mencionar dos obras recientes).
Dejando de lado a un gran Pennywise, el reparto adolescente me ha parecido sensacional, ese bien montado club de los perdedores en el que podemos ver a uno de los actores protagonistas de la serie, también ambientada en la década de los ochenta, Strangers Things. Todos en general están genial, pero el chaval gordito y la chica pelirroja son los que se llevan la palma. Ojalá sepamos más de ellos en el futuro. La chica, la actriz Sophia Lillis, me suena de haberla visto anteriormente, pero ahora mismo no la ubico. No sé por qué, pero mientras veía su rostro en primer plano me venía a la cabeza un cruce de las caras de Jane Levy (la actriz del remake de Evil Dead) por lo de ser pelirroja y de Ellen Page.