El argumento de El bosque es una de las mayores estupideces que a uno se le puedan ocurrir. El director, ese pedazo de genio, no tiene ningún reparo en urdir una trama absolutamente insostenible, inverosímil y tramposa con tal de tener al espectador despistado durante hora y media para al final regalarle un "sorprendente" giro. Entrecomillo lo de "sorprendente" porque conociendo la trayectoria del director, lo raro sería un final sin twist.

A nada que se analice la historia, uno se da cuenta de que su concepción parte del final: "a ver qué se me ocurre para dejar a la audiencia boquiabierta". De ahí se crea una trama que no sólo no soporta cualquier comparación con la realidad (es tan inverosímil que llega a resultar insultante), sino que su única función es la de (intentar) epatar al espectador. A éste lo único que le epata es que haya público que quiera ver algo de consistencia (filosófica, dicen) en este tenderete colorista.

Como alguien decía en otra crítica, Shyamalan no debería tomar a los espectadores por tontos. Y, añado yo, tampoco debería creerse tan listo.