Capitán Phillips supone el regreso triunfal de un relativamente desaparecido Paul Greengrass tras su última sobresaliente entrega: Green Zone, 3 años atrás. Esta vez regresa, despojado completamente de la sombra de Bourne, aunque manteniendo su extremadamente tono hiperrealista a la hora de filmar, para trasladar a la gran pantalla la historia real del primer carguero norteamericano (el “Maersk Alabama”) secuestrado en 200 años, ocurrido en el año 2009, a cargo de piratas somalíes y cuyo capitán era Richard Phillips. Tras interceptar que unos piratas se acercaban a ellos en aguas internacionales (aunque muy próximas a Somalia), a Phillips y su tripulación apenas les da tiempo a reaccionar cuando los piratas ya se han hecho con el control y secuestran al capitán durante unos días interminables en los cuales cada uno llegará a sus propios límites.

Como siempre, seguramente haya diferencias puntuales entre lo verídico y lo ficticio representado aquí (aunque por algo pone "basado", en vez de "copiado", sinceramente hablando), pero ponerse a buscar las siete diferencias es lo de menos en este vibrante y emocionante ejercicio de tensión dramática sostenida. Greengrass saca el máximo partido a la película, convirtiéndola desde ya en una de las mejores de su filmografía. Es absolutamente sobresaliente y prácticamente perfecta en cumplir su cometido: introducirte durante algo más de dos horas en un viaje infernal de tensión endiablada en el cual, por mucho que sepas el final, llega un momento en el que estás tan metido en la acción y en las identidades de los protagonistas que te crees que cualquiera puede morir allí. La edición, el montaje, la cámara logran sacar velocidad y trepidancia a las escenas más tranquilas y te dejan sin aliento en los momentos de acción (el asalto al carguero es sencillamente magistral, el secuestro de Phillips, el desenlace de la película). Greengrass conoce su estilo mejor que nadie. Y a esta historia le viene que ni para el pelo. Pero lo más brillante de esta película es sin dudas Tom Hanks. Hanks nunca se fue. Siempre estuvo allí. En éxitos que no le dejaban mucho márgen interpretativo (su personaje Robert Langdon, por ejemplo), pero estuvo allí. Eso sí, hacía tiempo que no estaba tan poderoso, tan colosal, tan dramático y tan veraz como en este papel. Con Richard Phillips, aquel Tom Hanks que igual a lo tonto llevamos casi una década sin ver (quizás desde Naúfrago, Camino a la perdición o, más comedido, desde Atrápame como puedas), aquel Hanks que realmente se comía la cámara y deslumbraba interpretativamente haya regresado una vez más. Aquel Hanks que merecía un Oscar y todos los reconocimientos que le cayesen.

Con Capitán Phillips estamos realmente de enhorabuena. Vuelve Greengrass haciendo lo que mejor sabe, regalándonos una de sus mejores películas, con su estilo que nos deja sin aliento y trayéndonos de vuelta al mejor Tom Hanks en muchísimo tiempo. Y es que es Hanks quien termina de convertir a la película, con su interpretación, en toda una experiencia cinematográfica vigorosa y en musculosa tensión. Realmente es él quien logra ponernos el corazón en un puño en los peores momentos y (sobre todo hacia el último tercio de la cinta) es quien nos hace prácticamente aplaudir una vez los créditos finales comienzan a desfilar por la pantalla.