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Voto de antonalva:
6
Drama Los Weston viven en una gran mansión en las afueras de Pawhuska, en Oklahoma. La desaparición del padre en extrañas circunstancias hace que la familia se reúna y que todas sus miserias salgan a la luz. Adaptación al cine de la obra de teatro homónima ganadora de un Tony, que a su vez adapta una novela ganadora del Premio Pulitzer en 2008. (FILMAFFINITY)
15 de febrero de 2014
38 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vejez no perdona y la edad no es nada complaciente con nadie – y la familia es un caldo de cultivo propicio de lo mejor y peor de cada casa. Cumplir años nos hace dejarnos llevar por el mal humor, la amargura vitriólica que se ha ido emponzoñando con el paso del tiempo y a la que damos rienda suelta, ya para lo que nos queda, de perdidos al río. Y nada es tan egoísta, desagradecido, ingrato y atroz que las reuniones familiares cuando los secretos largamente entumecidos o enterrados pugnan por desbaratar el poco equilibrio o placidez que parecía quedar…

La potente y exitosa obra teatral original se explayaba durante casi cuatro horas (creo recordar) y nos evocaba ecos y aromas del Tennessee Williams faltón, procaz y malnacido. Y si bien esta adaptación se ha condensado a la mitad, conserva intactas la mala baba paterno-filial, la entrañable crueldad familiar, el adorable enfrentamiento entre las hermanas de sangre, los callados subterfugios para ocultar los amoríos, enamoramientos, acoplamientos, adulterios y permutas varias – y sus no siempre adorables consecuencias. Esas ganas de escapar, de huir, de marcharse, de esconderse, de abandonar que nos invaden cuando ya no podemos más, la brutal, lacerante e implacable realidad de que los hombres suelen dejar a sus mujeres cuarentonas por buenas mozas veinteañeras, como si lo construido en común no tuviera relevancia, ni peso, ni fuerza, ni densidad. ¡Ay!

Si nos gustan los dramones familiares, sofocantes de calor, sudor, sufrimiento y desconsuelo, habremos dado con una película que si bien muestra una torpe y anodina dirección, sin creatividad ni sorpresas, permite disfrutar del texto gracias a unos actores siempre intensos, siempre precisos, siempre inapelables. Sobre todo destacaría tanto a una felizmente recuperada Julia Roberts (hermosa, vibrante, adorablemente amargada), como a un intenso y veraz Chris Cooper (que tiene alguna de las mejores pláticas de toda la obra). Y Meryl Streep, aunque esté pasada de vueltas, siempre es un placer contemplarla en su insaciable capacidad de protagonismo.

Intensa muestra de cine adulto, que se degusta como las películas de antaño donde la palabra señoreaba con delectación. Ofrece lo que promete.
antonalva
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