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Voto de antonalva:
9
Intriga. Drama Una niña aparece asesinada en el bosque de un pequeño pueblo suizo. Inmediatamente las sospechas recaen sobre el viejo vendedor ambulante que encontró el cadáver. Únicamente el comisario Mattei duda de su culpabilidad, pero se acaba de jubilar y deja el caso en manos de un compañero. Ya en el aeropuerto, a punto de despegar su avión, a Mattei le vienen a la mente algunos detalles contados por los niños de la escuela; decide entonces ... [+]
24 de marzo de 2015
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque considerada una película española, es en realidad una añosa coproducción hispano-germano-suiza del año 1958 y dirigida por el – otrora afamado, hoy ninguneado – húngaro Ladislao Vajda, recordado por haber pergeñado el ya mítico “Marcelino pan y vino”. Para completar este popurrí de filiaciones está la autoría del guion debida al coloso de las letras suizas, Friedrich Dürrenmatt, conocido más por sus obras de teatro que por sus novelas, siempre corrosivo, nunca complaciente. El resultado de esa mezcolanza es una convincente película policíaca, a caballo entre el terror gótico infantil y el costumbrismo aldeano de perversos frutos.

Estamos ante un asesino en serie, un infanticida de cándidas niñas indefensas. En opinión de un policía íntegro e idealista, el último caso ha sido cerrado en falso, por lo que se encarga – una vez fuera del cuerpo – de buscar al verdadero criminal. Emprende así su trabajosa búsqueda solitaria, persiguiendo un fantasma imaginario. Y para ello no se le ocurre nada mejor que utilizar un tierno cebo humano… con fatales consecuencias.

En apenas 90 minutos se desarrolla la absorbente trama. Si se ve de niño, la cinta transmite una poderosa sensación de angustia y se recuerda con espanto la siniestra figura y el opaco peligro que emana del asesino. Todos los que la vimos hace años, guardamos un indeleble desasosiego: pocas veces la estampa colosal de un pobre hombre ha alimentado tan persuasivamente las pesadillas infantiles. Y si se ve como adulto, resalta la trama policíaca, su precisión de reloj suizo y el no andarse por las ramas: cada escena avanza hacia el desenlace, sin rellenos.

Además, se pueden hacer innumerables interpretaciones. Podemos hablar de una crítica al capitalismo, porque el asesino es un ser explotado y sojuzgado por una empresaria mandona, pero también podríamos estar ante un estudio sobre la dependencia y vulnerabilidad de una mujer soltera en una sociedad mercantilista. Y asimismo podría ser una denuncia feroz de cómo las sociedades opulentas están abocadas al crimen. ¿O es acaso una denuncia del atraso inherente de la mentalidad pueblerina? ¿O quizás una representación de la mala influencia de la ciudad sobre el sacrosanto campo…?

En fin, tantas interpretaciones como espectadores. Pero sobre todo destaca la fina ironía y el incisivo cinismo que recorre toda la trama y que es aún más virulento en el texto de Dürrenmatt, ‘Das Versprechen’, completado y publicado tras el descontento del autor con el demasiado feliz y luminoso desenlace fílmico. Final oscuro y nihilista que Sean Penn respetó en su nueva versión titulada, como la narración original, “La promesa”.

En definitiva, una buena película, turbadora y añeja, que ha envejecido muy bien y que retrata la inocencia y sus muchos e imponderables temores. Rescatable tanto como ejercicio narrativo como por pura nostalgia.
antonalva
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