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Voto de Quatermain80:
8
Drama Una pequeña ciudad eslovaca, año 1942. El humilde carpintero Anton Brtko (Jozef Króner) intenta llevar una vida apacible ignorando a los seguidores de los nazis, que tratan de imponer su disciplina a la comunidad y erigir una absurda pirámide de madera en honor a la victoria. Sin embargo, las reprimendas de su esposa Evelyn (Hana Slivková) y las burlas de su cuñado Markus (Frantisek Zvarík), un caudillo fascista local, no le permiten ... [+]
9 de octubre de 2010
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces, muy pocas, se ha llevado brillantemente a las pantallas una reflexión tan certera, provocadora y cercana acerca de la naturaleza del mal, que se sustenta principalmente en la banalidad y el absurdo.

Y es precisamente este filme, del húngaro de nacimiento Kadár, una de esas ocasiones, por la maestría tragicómica con la que aborda un episodio histórico tan estremecedor como la "arianización" de los comercios judíos en la Eslovaquia fascista de 1942. La película transcurre en su primera parte con un característico aire desenfadado, con abundantes toques de humor absurdo; pero tras ellos se desarrolla la tragedia, anida la barbarie y crece la sinrazón, materializada en una ridícula pirámide de exaltación fascista. Los dos protagonistas del filme, cuya perfecta concepción es clave en el éxito del mismo, son un carpintero despolitizado, que tiene por indeseable cuñado a un jefe fascista local, y una viejecita judía, viuda y sorda, propietaria de un pequeño comercio. Cuando el primero sea "encargado" de gestionar el negocio de la segunda, surgirá entre ambos una relación de complicidad, y es natural que ello sea así, pues ninguno de los dos acierta a explicarse qué es lo que ocurre a su alrededor, qué sentido tiene la locura desatada.

Rodada con verdadero talento, con una utilización elegante y efectiva del travelling, así como con una magnífica puesta en escena, la película rebosa autenticidad, desde la prodigiosa interpretación de la pareja protagonista hasta la más que correcta y creíble labor de secundarios y extras (muchos de estos no profesionales). El guión, adaptado por el autor de la novela original, refuerza esa sensación de absurdo e impotencia que presiden todo el argumento. Son secuencias destacables los ya mencionados travellings a lo largo de la Calle Mayor, y todas las que componen el último tercio del filme, en las que la angustia de los protagonistas, encerrados en la tienda, va en constante aumento hasta el desencadenamiento de la tragedia, precedida por toda una toma de conciencia, soberbiamente resumida en la palabra "progrom".

La terrible conclusión que apunta la película es que el mal no tiene explicaciones complejas ni causas profundas; es tan absurdo, torpe y ridículo como la pirámide que erigen los fascistas en plena calle, tan vacío como las mentes y ambiciones de quienes lo desatan, y anida en el seno de cualquier ser humano.
Quatermain80
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