Parece que la suerte no suele acompañar a Drew Goddard, obteniendo modestos resultados en taquilla con cada nueva película, no así con la crítica especializada, que avala en gran medida su trabajo. Ya con la injustamente olvidada "Cabin in the Woods" el director dio muestra de su capacidad para retomar elementos de sobras conocidos para ofrecer un producto fresco y divertido, a la vez que propone una interesante reflexión sobre los cánones del género. Recuerdo como la platea se fundía en sonoros aplausos con cada nuevo gag hasta llegar a la gran sorpresa final, dónde ésta se venía abajo mediante silbidos y palmadas.

Con su nueva película, se adentra en los terrenos del thriller moderno proponiendo un producto pastiche que recuerda, en muchos de sus fragmentos, al cine de Tarantino. Un hotel, cinco personajes con mucho que esconder, un botín oculto en una de las habitaciones y muchos giros de guión.

Los primeros compases del film, nos retrotraen una película con idéntico arranque como es "Identidad" de Michael Cooney, con un grupo de desconocidos atrapados en un lúgubre hotel siendo diezmados por un misterioso asesino. Rápidamente la tramposa trama nos adentra en senderos que la película que nos ocupa evita brindando un argumento más propio del director de "Pulp Fiction". El problema es que Goddard no es Tarantino. Lo elaborados diálogos marca de la casa aquí brillan por su ausencia, los personajes, incluso con sus respectivos secretos, se muestran vacíos, y esa insistencia dramática en su último tramo no consigue su objetivo, ya que uno no se empatiza lo suficiente como para despertar sentimientos intensos hacia los intérpretes.

Pero, para solventar todas esas carencias, el director, junto con el director de fotografía, hace gala de su buen hacer detrás de las cámaras. Una excelente realización, copada por un interesante escenografía de la que es aprovechado cada rincón, una buena dirección de actores, una magnífica banda sonora, donde destaca la potencia vocal de la actriz Chyntia Erivo, hacen que uno se preste al divertido juego que se nos ofrece, aun sabiendo que los juguetes de los que dispone son lo suficientemente ajenos como para que el director sepa manejarlos a su antojo.

Lo mejor; La realización de Drew Goddard.

Lo peor; La sensación de manejar material prestado. Un recorte en su excesiva duración no le hubiera ido mal.