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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
5
Drama En 1956, la joven actriz Marilyn Monroe (Michelle Williams) llega a Inglaterra para protagonizar con Sir Laurence Olivier (Kenneth Branagh) la película "El príncipe y la corista". Colin Clark (Eddie Redmayne), un joven de 23 años con buenos contactos, consigue un trabajo como ayudante de producción y es testigo del choque de egos y la tensa relación entre Olivier y Marilyn durante el rodaje. (FILMAFFINITY)
2 de marzo de 2012
76 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es imposible hacer un biopic de Marilyn Monroe porque es inimitable… ¡Por eso es un mito!

No hay ninguna actriz en la actualidad que pudiera encarnarla desde ‘ese parecido razonable’. ¡Ni si quiera le llegarían al pie de su lunar! ¡Por eso es un mito!

Por eso el trabajo de Michelle Williams es descomunal, meritorio y monumental. Ante la imposibilidad de parecerse a Marilyn inicia una especie de dominación interior del personaje, como si Norma Jeane poseyera hasta el último de sus alientos y ella misma se encontrara en otra piel y cuerpo. Michelle Williams consigue, por momentos, que perdamos la noción de la imagen preconcebida de Monroe y que nuestro cerebro admita que ella es Marilyn. Por eso mismo se merece un Oscar, aunque lamentable este año los lloros de Viola Davis y el maquillaje y peluquería de Meryl Streep han tenido todos los focos acaparados.

Pero quitando la sublime interpretación de Michelle Williams en “Mi semana con Marilyn” queda poco más que nada… Este es un ejemplo de película insustancial y ramplona, que no funciona por ninguna de sus vertientes…

Como película de recreación del backstage de “El príncipe y la corista” es escasamente interesante y no aporta nada.

Como incursión y lapso en un biopic de Marilyn Monroe parece decantarse por un aluvión de clichés que tampoco contribuyen a nada: barbitúricos por aquí y por allá, traumas por el abandono de su familia y amantes, incomprensión del universo hacía su ombligo, constantes dudas de su talento y su contante sensación de interpretar a un personaje delante de los medios y las masas.

La película de Simon Curtis quiere mostrar la historia de amor verdadero desde los ojos de un joven que se enamora del mito y también de la persona que habita en el mismo. Sinceramente creo que Colin Clark fue un pagafantas y un don nadie. En los títulos de crédito se reconoce que pasó desapercibido hasta que publicó un libro autobiográfico sobre el rodaje de “El príncipe y la corista” y más tarde y años antes de morir desveló esa semana que pasó con Marilyn en otra publicación. Puede que Harvey Weinstein se frotase las manos cuando divisó el proyecto pensado en la cantidad de premios que iba a recoger… pero el tal Colin Clark sólo se frotó la entrepierna con los pantalones puestos. Todo un caballero… inglés.
Maldito Bastardo
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