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España España · Oviedo
Voto de Gould:
6
Thriller. Acción El mundo entero está presenciando el primer viaje tripulado a Marte sin saber que se trata, en realidad, de un simulacro. Los tres astronautas designados para la misión se ven obligados a participar en la farsa, porque sus familias están amenazadas. El fraude parece funcionar hasta que un técnico de la NASA se da cuenta de que está sucediendo algo extraño y, con la ayuda de un periodista amigo suyo, decide investigar... (FILMAFFINITY)
5 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las más prometedoras carreras del cine norteamericano de finales de los 70 y primeros 80 fue la del director Peter Hyams, con atractivas producciones como esta cinta que nos ocupa o la más conocida “Outland” (Atmosfera Cero, 1981). Sin embargo, Hyams acabó por inclinarse hacia un camino de mediocridad total rodando engendros para gente como van Damme o Schwarzenegger. Posiblemente su último suspiro de buen cine lo constituya “Narrow margin” (Testigo accidental, 1990) versión de la película de Richard Fleischer de 1952 de igual título. “Capricornio Uno” se aprovecha de una de las más exitosas leyendas urbanas, la de que el hombre no llegó a la luna -en este caso será Marte-, para llevar a cabo, entre la ciencia ficción y la intriga, un entretenido producto, bien rodado, con esa sequedad realista tan atractiva del buen cine de los 70. Conspiraciones, investigación periodística y toques de guerra fría, en la que hay que mantener a toda costa el prestigio de las naciones, constituyen los ingredientes de esta interesante producción, en el que el periodista, irónicamente interpretado por Elliot Gould, es el héroe y último recurso de la verdad por salir a la luz en la lucha contra todos los oscuros poderes del mundo. Toda la primera parte de la película es excelente pero la segunda parte decae ostensiblemente en especial con la enfática persecución y el poco creíble final con avioneta incluida pese a la siempre reconfortante presencia de Telly Savalas. Conviene, por último, destacar la atmosférica partitura del siempre excelente Jerry Goldsmith. En suma, pese a todas las salvedades – incluida, por cierto, su excesiva longitud- es una película muy entretenida.
Gould
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