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Voto de Archilupo:
8
Drama Delft, Holanda, 1665. Griet entra a servir en casa de Johannes Vermeer, el cual, consciente de las dotes de la joven para percibir la luz y el color, irá introduciéndola poco a poco en el mundo de su pintura. Maria Thins, la suegra de Vermeer, al ver que Griet se ha convertido en la musa del pintor, decide no inmiscuirse en su relación con la esperanza de que su yerno pinte más cuadros. Griet se enamora de Vermeer, aunque no está segura ... [+]
4 de junio de 2009
42 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) La identidad de la modelo del cuadro de Vermeer “Muchacha con turbante”, también llamado “La joven de la perla”, es un enigma. Se dice que como la perla simboliza la castidad la retratada podría ser una novia en vísperas de boda. Se dice también que podría ser una de las hijas del pintor*.
La novelista Tracy Chevalier imaginó una identidad para ese rostro de mirada entregada y boca entreabierta. Imaginó también acontecimientos a desembocar en la realización del retrato.
Peter Webber filmó la película ciñéndose tanto al argumento novelesco como a la especialísima iluminación del pintor holandés, luz tamizada por las ventanas de vidrio emplomado y posada como una fina gasa sobre los objetos para suavizar sus contornos. El mérito fotográfico es de E. Serra.

2) Para recrearse en lo pictórico, la parte narrativa se resuelve apoyando en la novela el guión convencional y sólido, de fuerte simetría: un plano cenital sobre el gastado mosaico en el pavimento de la plaza de Delft muestra a la joven Griet, al principio yendo y al final volviendo; yendo a su empleo de criada en la casa del pintor, al encuentro de las vicisitudes que fijarán para siempre algo de su alma en un pequeño lienzo.

3) Con delicadeza y preciosismo, con exquisitez casi, el relato se entretiene en lo visual; en la diaria vida de mercado y botica, bodegones de carnes, mantecas, cerdos y verduras, cocinas, vajillas y cubiertos; vida de patios de ladrillo rojo y callejones con antorchas, canales e interiores abigarrados…
Pero se adentra asimismo en detalles del quehacer artístico y la dinámica social de los encargos: al exhibir en el recóndito taller una “cámara oscura” despliega una teoría óptica, y otra pictórica al explicar cómo usaba Vermeer sucesivas capas tras secarse el color, sobre una veladura azulada. Y la elaboración de pigmentos con mortero, como en cocina alquímica: goma arábiga, ollejo de uva, malaquita, bermellón, aceite de linaza, carbón animal…

4) Todo ello envuelve a la joven criada, procedente de un lúgubre hogar calvinista, y despierta una sensibilidad estética que propicia una comunicación silenciosa con el maestro.
Juego de miradas, órdenes escuetas.
En un contexto puritano hay nimiedades que se cargan de incendiaria energía sexual, y más si la actriz restringe por norma la exhibición de su cuerpo: cuando la cofia deja al descubierto la cabellera pelirroja todo arde, como al humedecer los labios, o al perforar el lóbulo para el pendiente.

5) El actor que encarna a Vermeer, Colin Firth, cae en el tópico de caracterizar a un artista como tipo de mirada invasiva e impertinente, y su tensión creadora como si fuese malestar gástrico.
Scarlett Johansson demuestra talento y gana el protagonismo: representa muy bien ambas fases de su personaje, cortedad exterior y finura interior, y las constantes transiciones entre dichas fases.
Al posar, la mímesis con la figura del cuadro es completa, dejando claro que la joven de la perla ‘es’ ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Archilupo
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