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Voto de Archilupo:
8
Intriga. Cine negro Fred Madison (Bill Pullman), un músico de jazz que vive con su esposa Renee (Patricia Arquette), recibe unas misteriosas cintas de vídeo en las que aparece una grabación de él con su mujer dentro de su propia casa. Poco después, durante una fiesta, un misterioso hombre (Robert Blake) le dice que está precisamente en su casa en ese instante. Las sospechas de que algo raro está pasando se tornan terroríficas cuando ve la siguiente cinta de video... (FILMAFFINITY) [+]
30 de octubre de 2008
70 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenías razón y me acordé del cuento de Cortázar, “La noche boca arriba”, en que un motorista accidentado y hospitalizado sueña estar siglos atrás entre aztecas hasta que comprende que está en el altar sacrificial de la pirámide soñando con una ciudad de altas torres entre las que iba sin control sobre un extraño insecto de metal. Trasvase de identidades por el sueño, el inconsciente y el tiempo a través de una fina membrana reversible conectada a un laberinto como una cinta de Moebius que corre tan pronto dentro de la mente del protagonista Fred como fuera, esto es difícil separarlo, porque la cinta de Moebius empieza a transportarnos enseguida, alguien llama al interfono y dice que Dick Laurent ha muerto, lo dice alguien a quien no vemos pero cuando acabe saliendo estaremos de vuelta en el mismo punto aunque por el otro lado de la cinta, y me acordé de Haneke, tenías razón, de “Caché”, cuando aparecen los videos, deficientes y borrosos, de la casa por fuera el primero, y por dentro con la pareja durmiendo el segundo, menudo escalofrío, pero mucho más cuando en una fiesta aparece ese tipo, el draculín, a quien seguramente sólo ve el saxofonista Fred, y nosotros, la encarnación de la locura asesina, que está en dos sitios a la vez, bilocación, qué miedo… Usted me invitó a entrar en su cabeza, responde a la pregunta de si nos conocemos, ahí la típica zambullida a otra dimensión mental, como al entrar en la oreja de “Terciopelo azul”, o en la ventana negra de “Eraserhead”, porque Fred ya había aclarado que le gustaba recrear las cosas a su manera, no necesariamente como pasan, y estamos en su imaginación fabuladora, una clara pista, y hay varias, el freejazz del saxo mientras en el club ve a su mujer con otro, telefonea a casa y nadie descuelga, suenan los tonos y se hace un vacío enloquecedor, la misma música de saxo que quita de la radio del taller donde trabaja como el mecánico en que se ha transmutado, justo cuando va aparecer el gángster con su novia, y aquí lo que decías, igualito que “Vértigo”, la rubia clavada a la morena menos por el pelo, y el protagonista tiene en flash fuerte reminiscencia, y hablando de flashes ahí están esos relámpagos que acompañan a los saltos de plano mental a través de la membrana, a veces también un estruendo como de helicóptero. Porque eran los puntos de partida de Lynch: un matrimonio recibe cintas de video que graban su propia vida, y alguien se despierta un día y descubre que es otra persona totalmente distinta, no un poco sino totalmente. Añadimos los celos y el impulso asesino enloquecido, y ocurre que algunos actos propios no se pueden asumir y hay fuga a otra personalidad, aquí es fuga total, psicológica y física, el cine no tiene por qué copiar la realidad, lo que llamamos realidad, puede inventarla, sólo faltaba, no está mal perderse alguna vez en una película y no saber qué demonios está pasando, descansar de lo trillado y previsible… Se acaba el papel, busco más…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Archilupo
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