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Voto de Archilupo:
9
Drama Basada en hechos reales, describe el mundo del crimen organizado en Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro, desde finales de los sesenta hasta principios de los ochenta, época durante la cual el tráfico de drogas y la violencia impusieron su ley en las favelas. A finales de los sesenta, Buscapé, un niño de 11 años tímido y sensible, observa a los niños duros de su barrio, sus robos, sus peleas, sus enfrentamientos diarios con la ... [+]
1 de diciembre de 2009
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta briosa película, llena de vigor narrativo, recuerda por el tema a “Los olvidados”, de Buñuel, al pintar la vida de chavales marginados en barriadas chabolistas de una gran capital americana con extremadas muestras de crueldad, y al estilo de Iñárruti por la estructura, cuando el hilo del relato llega a un punto ya tocado pero lo aborda desde otro ángulo, o cuando se desarrollan varios argumentos en paralelo.
Pero pese a estas referencias mexicanas, el tono de las películas es claramente brasileño, por su vertiginoso adentramiento en la favela Ciudad de Dios, y por ceñirse de forma tan tensa y vibrante al apretado clima de violencia instaurado en sus laberínticas callejas, un mundo prohibido para el ojo común.
Si en ese reino impenetrable pudo entrar el film, fue gracias al aval y a los contactos que pasó a los directores el autor de la novela autobiográfica en que se basa, contactos que de paso se convirtieron en extras insustituibles.

La acción arranca con la persecución, por las calles de la barriada, de una gallina que huye de la cazuela; con la coincidencia, en esa persecución, de Buscapé, el favelista aprendiz de fotógrafo, y Zé Pequenho, el brutal líder de la mafia que controla cada palabra pronunciada en cada chabola. Un gran bucle circular englobará toda la película, décadas de la vida de los personajes, para regresar a ese comienzo y proseguirlo conclusivamente.
La voz en off de Buscapé pone en marcha la evocación de las trayectorias entrelazadas de ambos, que son temperamentos opuestos, seleccionados entre el grupo coral por significativos: el testigo sensible que prestará ojos al espectador, y el capo precozmente homicida, cuya ferocidad provocará los espectáculos sangrientos suministrados a ese espectador.

Fernando Meirelles y Kátia Lund tienen la valentía de penetrar en el microcosmos desheredado, selva urbana donde los niños quieren matar cuanto antes para ganarse respeto, donde la vida vale el capricho de un pistolero, y donde la coca se vende al por mayor y la policía impone su participación corrupta, fomentando el negocio en un ghetto oculto a la mirada de la ciudadanía votante, y utilizando como peones a ese ejército infantil de sicarios.
Y tienen los directores la virtud de hacerlo con un lenguaje inventivo y eléctrico, diálogos concisos, ritmo ágil y montaje sincopado, todo ello convertido en potencia transmisora de una historia impresionante.
Archilupo
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