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Voto de Archilupo:
9
Intriga. Thriller. Cine negro Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el padre de Alicia Huberman, un espía nazi, es condenado por traición contra los Estados Unidos. Después del juicio, Alicia da una fiesta en la que aparece un apuesto desconocido llamado Devlin. Se trata de un agente de los servicios de Inteligencia que reclama su colaboración para atrapar a Alexander Sebastian, el cerebro de los nazis en Brasil. Al principio se muestra reacia, pero finalmente ... [+]
22 de enero de 2011
106 de 115 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitchcock eleva a una cima el arte narrativo del detalle. No el detalle de tipo ornamental, como filigrana con que se remata la estética de una composición completa para redondear su elegancia, sino el detalle manejado estratégicamente para potenciar con economía la eficacia del relato, como en los sueños, donde un detalle puede condensar una descomunal carga de significado, lo que da ese valor expresivo de intensidad casi alucinatoria, como bien sabían los surrealistas.

En su recomendable libro sobre Hitchcock, Truffaut entroniza a esta película como una de sus favoritas, junto con “Vértigo”, por su lograda atmósfera de ‘sueño filmado’, por llevar a la quintaesencia el aprovechamiento dramático del B&N y por conseguir, en su increíble estilización y sencillez, el máximo de efectos con el mínimo de elementos, con el mínimo de violencia.

Asuntos de envergadura gigantesca, como una célula nazi oculta en Sudamérica cuyos planes amenazan la paz mundial, o como la tragedia íntima de una espía infiltrada en esa célula y obligada a durísimos sacrificios por exigencias de su misión, no se cuentan mediante grandes escenificaciones, campos de batalla, ejércitos en acción destructiva, tiroteos, persecuciones, trepidación, sino con la desaparición de una llave de su llavero, el baile de números de una etiqueta, la mengua de la bebida en unas copas, la mirada sobre una taza, los pasos vacilantes en una escalera…

Detalles en la narración y detalles presentados visualmente en primeros planos poderosos que dicen en un instante lo que otros directores no logran decir en la totalidad de su filmografía: el modo varonil con que la madre del nazi Sebastian enciende un cigarrillo ante determinada revelación, o el plano que se cierne en picado como ojo de halcón desde lo alto de una escalera palaciega hasta el interior de la mano de alguien en el vestíbulo, son ya media película, pero de estos detalles impresionantes hay a docenas.

Si lo combinamos con el hábil uso de otro recurso, el ‘suspense’, que involucra de lleno al espectador porque sabe cosas que los personajes no saben, y está en vilo, preguntándose qué harán él o ella en la pantalla cuando lo descubran, cómo reaccionarán, el resultado no puede ser sino magistral y apasionante.
Archilupo
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