En la era de la información la obtención de datos cobra una gran importancia. Morgan Sullivan, tipo aburrido ávido de emociones fuertes, comienza a espiar para una gran empresa en lo que parece el trabajo de sus sueños, pero las cosas se complican con la aparición de una misteriosa mujer por la que se siente atraído.

Película de espionaje con elementos de ciencia ficción, trama llena de giros que no acaban nunca, se las arregla para que las piezas encajen. Atención a esas convenciones soporíferas en la que nada es lo que parece. Hay que desconfiar de todo y de todos, mantenerse siempre en guardia, cuestionar la propia realidad. Los borrados de memoria y los aparatos de detección de mentiras se convierten en protagonistas de la función. Con lo fácil que resulta (o eso nos han querido contar en multitud de filmes) engañar a la máquina, y las complicaciones que se buscan aquí para confeccionar al espía perfecto, el agente ilocalizable, el mentiroso que ignora su naturaleza y a quién sirve.

Entretenida, sorprendente, audaz. ¿Será uno, sin saberlo, también espía? Ya hasta de eso dudo.