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Voto de La mirada de Ulises:
9
Animación. Fantástico. Aventuras. Comedia Riley es una chica que disfruta o padece toda clase de sentimientos. Aunque su vida ha estado marcada por la Alegría, también se ve afectada por otro tipo de emociones. Lo que Riley no entiende muy bien es por qué motivo tiene que existir la Tristeza en su vida. Una serie de acontecimientos hacen que Alegría y Tristeza se mezclen en una peligrosa aventura que dará un vuelco al mundo de Riley. (FILMAFFINITY)
20 de julio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas, nada que llegue de Pixar debería sorprendernos, y en cambio "Del revés (Inside out)" vuelve a ganarnos desde la inteligencia y el corazón. John Lasseter, Pete Docter y compañía consiguen una película de animación que llega a grandes y pequeños, y además demuestran conocer la condición humana a la perfección y también saben pulsar las teclas adecuadas para emocionar desde la empatía con sus personajes. En esta ocasión, nos introducimos en la mente de Riley, una niña de once años la mar de tierna, para experimentar sus reacciones ante la vida misma. Su familia se traslada desde Minnesota hasta San Francisco, y hasta ese momento ella cuenta solo con un pasado dulce y feliz en el que Alegría ha guiado su destino. Ahora, sus otras emociones -Miedo, Ira, Enfado y Tristeza- tendrán que trabajar duro desde el Centro de control para que su vida siga adelante. Será una crisis de crecimiento donde parece que las bases de su personalidad hasta entonces deben derrumbarse... para madurar desde el conocimiento de la realidad.

Si la animación de los dibujos está tan conseguida como en el resto de la producción de Pixar, si el guión alcanza los niveles de sus mejores películas en cuanto a ritmo, giros y dibujo de sus personajes, lo que nos deja boquiabiertos de "Del revés (Inside out)" es la brillante idea de meterse en la cabeza de una niña para sacar a la luz los mecanismos que guían sus emociones, para dar voz a esos tiernos recuerdos que afloran cuando uno menos se lo espera, para buscar el equilibrio en que la Tristeza se hace tan importante como la Alegría a la hora de afrontar la vida y no sucumbir a la frivolidad o acabar en el basurero. Los recuerdos esenciales, las islas de la personalidad, el mundo imaginario, el sueño y el subconsciente... todo sale a flote cuando el desconcierto asalta a una niña que está a punto de alcanzar la pubertad, el mismo desconcierto que visita a unos padres desprevenidos -también con sus cinco emociones adultas que les susurran- para poner en jaque un estatus familiar que creían que nada podía alterar.

Durante la mayor parte de la cinta, es fácil que el espectador se acerque a esta historia de crecimiento desde una postura racional, asombrándose del acierto con que el director disecciona la mente infantil y también del empeño de Alegría por restaurar una paz imposible. Quizá en ese vertiginoso viaje de regreso al Centro de control esté la mayor carencia del guión, pues se desvía en exceso de Riley para centrase en Alegría-Tristeza. Hasta entonces se echan en falta emociones para el espectador aunque no falta ternura y comicidad, pero aquellas llegan con el desvanecimiento de ese amigo imaginario y definitivamente con el desenlace. ¿Demasiado tarde para un público deseoso de conmoverse y de llorar? No le es para Riley, que aprende a servirse de sus recuerdos pero también a dejarlos un poco aparcados... porque es necesario vivir la vida como viene.

Quién le iba a decir al espectador que la tristeza, la soledad, la necesidad de compasión y las lágrimas iban a ayudar a la desconsolada niña... tanto como la alegría, la animosidad y el sentido positivo: asombrosa lucidez de Pixar en su labor formativa. Y, en cambio, así es... y la factoría vuelve a darnos unas pinceladas de optimismo desde la cruda realidad. En definitiva, una película para niños porque todo es amable y suficientemente sencillo y luminoso, pero también para mayores que tendrán que cuidar más esas huidas de sus responsabilidades, esos traslados sin tener el cuenta a los pequeños, y que deberán contemplar la manera de percibir la realidad que tiene un niño de once o doce años.
La mirada de Ulises
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