Tras una visita al piso para comer acompañado y echar una breve siesta, me dirigí por vez primera este año al Teatro Zorrilla a las 16:30 para una doble sesión de la Sección Punto de encuentro. En primer lugar, el cortometraje canadiense de imagen real Fauve. Bosques frondosos , vías del tren, vagones abandonados. Dos niños juegan con libertad y rebeldía, planteándose retos constantes el uno al otro y llevando la cuenta de victorias y derrotas en uno y otro bando. Inocencia y diversión, hasta que la fuerza indómita de los escenarios naturales se impone y el juego se tuerce. Cortometraje sencillo en su argumento y en lo que a definición de personajes, pero extraordinario en el uso del lenguaje. La elección de fastuosos planos y la desbordante ejecución de muchos de ellos logran que nos fascinemos por completo ante la pantalla y no precisemos nada más. Pero esta exuberancia en la puesta en escena no oculta el estupendo trabajo de sus dos niños protagonistas, que rinden a un estupendo nivel. Maravilloso cortometraje, que nos hace esperar ansiosos a que este portentoso realizador encare cuanto antes un largo. A recuperar inmediatamente.