Lo enriquecedor de esta serie radica en su arrebatadora universalidad de las tramas, de esa necesidad de gustar y ser gustado, de destacar y de protección. El envoltorio es intrascendente (pero ayuda en este caso a sumar puntos al resultado final) y todo aderezado con unos diálogos frescos, vivos, punzantes, directos y luminosos. Nos ciega a veces la necesidad de acción, pero nunca de tal forma que no nos sorprendan los giros, las situaciones, las implementaciones que el guion nos tiene preparadas. Bajo el paraguas de esta tónica, los capítulos además nos regalan una banda sonora imprescindible, una música que envuelve, no solo como fondo, sino como acompañante y personaje; una fotografía libre y aireada, con toques inspiradores que nos cubre y nos ampara de las tramas; unos personajes e interpretaciones que casan a la perfección, un reparto actoral envidiable, diseñado por y para el disfrute de las actrices que llenan de pasión sus vericuetos; una agradable recreación de las miserias actuales en formato glamour que incide en los desmanes de nuestra sociedad casi sin percatarnos que empatizamos sea cual sea nuestra condición...