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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Comedia La hermana Marina es enviada a principios de los años noventa a El Parral, un orfanato amenazado de cierre. A su llegada al colegio, los niños están fuera de control, pero Marina capta su atención con su carisma y desparpajo. Los chicos comienzan a mirar con curiosidad a esta nueva monja inmune a sus gamberradas. Sobre todo Valdo, con el que Marina conecta de una manera especial. Cuando Marina descubre las escapadas nocturnas de los ... [+]
14 de julio de 2022
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bonita película, una comedia agradable de ver, bien dirigida por Roberto Bueso (en su segundo largo), con un guion bien engrasado y escrito por el propio Bueso y Óscar Díaz, y un reparto estupendo, como ahora iré desgranando.

Estamos en los años noventa, al principio de la década noventera, cuando la hermana Marina (Carmen Machi) es enviada a El Parral, un colegio-orfanato regentado por monjas, amenazado de cierre. Es el tiempo en que los alumnos del internado han vuelto a casa. Todos menos los huérfanos y olvidados, un puñado de niños, muchos en la pubertad, que se sienten solos y desesperanzados en su futuro.

La hermana itinerante Marina (una Carmen Machi inconmensurable, soberbia actriz) se presenta en el internado de a principios de verano para cuidar a sus huérfanos que no tienen a dónde ir. “Leones en un zoológico”, es como la hermana llama a sus jóvenes que roban en las tiendas del vecindario, pelean con los niños locales y hacen enojar a los padres cercanos.

Lo que la madre Marina observa es que los niños están fuera de toda norma y control. En los inicios los muchachos se niegan a hacer nada, pero con su carisma y desparpajo, la madre logra captar la atención de los chicos, que comienzan a mirar con curiosidad a esta nueva monja, inmune a sus excesos y travesuras. Sobre todo, Valdo, con el que Marina conecta de una manera especial.

En un punto, Marina descubre las escapadas nocturnas de los chavales, algo prohibido, y da con la idea que cambiará para siempre El Parral: formar un equipo de fútbol. Marina, con la oposición de la Madre Superiora (sensacional Nuria González), lo consigue. Y todo va bastante bien hasta que aparece el párroco local (genial Manolo Solo) que amenaza con convertir El Parral en un colegio privado.

Este argumento está pleno de gracia, como dice el título, la misma gracia que tienen esos niños huérfanos, abandonados, hábiles y muy listos. Además, el libreto acierta a individualizar a los chicos, cada cual con su forma de ser y sus cosas. Un grupo atractivo que cubre una variedad de tipos, destacando Sebas (Adrian López), regordete y loco por el sexo; o Valdo Lopes interpretado aquí por Dairon Tallon, que sería con el tiempo el futbolista real de la historia, un futbolista que jugó en primera división.

Están también Manolo Soto, el párroco, que brinda momentos muy graciosos; Paula Usera como la madre Angelines, hermana cándida que sirve de contraste cómico para Marina. El conserje de la escuela, Rafa (un sembrado Pablo Chiapella), que vive en el pasado y trata de mantenerse feliz después de su divorcio.

Hay además un detalle enternecedor, que es la mirada afectiva y constructiva sobre las monjas; incluso podría decirse hacia el clero, sin ese tinte de aversión del que el cine “correcto” y parcial suele hacer gala.

Relato costumbrista que asume naturalmente el protagonismo de unas monjas que enraízan en la comedia española de los años 60 –tenemos el guiño de la monja conduciendo temerariamente– al que se le añaden elementos provocativos como la presencia del tabaco o la bebida; y la rebeldía atribuible de la hermana Marina, enfrentada a su responsable religioso.

Podemos ver, igualmente, un propósito de superación, tanto en los personajitos, niños encrespados, como para unas monjas también muy llenas de “gracia”, como el caso de Paula Usero y su mirada celestial en el papel de la inocente y bonita bibliotecaria, Angelines.

Hay fútbol, conflictos, hay planes aviesos, travesuras y una trama que acaba por ser un homenaje a todos los personajes, niños y monjas.

Bueso da un salto al mainstream (había iniciado ya su labor con La banda, 2019) avanzando hacia una comedia popular exitosa, y sigue demostrando gran personalidad, limitando los tics del subgénero y dejando notas de su calidad como cineasta perspicaz y a la vez comedido.

Basada en la historia del futbolista de primera división Valdo, para quien la hermana Marina, una monja del internado donde vivía, fue clave en su formación al crear el primer equipo en el que jugó. Todo ello en un filme entrañable, pero sin caer en el sentimentalismo, con personajes y diálogos creíbles, en el que se apuesta por la esperanza sin olvidar una mirada nostálgica.

Los jóvenes protagonistas (portentosos de chavales que debutan ante la cámara) son una pieza esencial en la historia, haciendo gala de una gran frescura, lo cual se aleja de otras feel good movies hechas más para televisión.

Para armonizar y modular cualquier riesgo de desmadre, está el liderazgo amable de la Machi, para frenar la energía del equipo de futboleros. Lo cual ofrece un contrapunto para que la función no se desborde. La madre Marina ofrece una salida a unos chavales desorientados, a la vez que sirve de pilar para que el resto del reparto encuentre su eficacia en un filme afable y gracioso.
Kikivall
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