El director Ridley Scott acomete de manera razonable un thriller sobre el que fuera secuestro real de J.P. Guetty, una cinta que funciona a modo de reportaje periodístico sobre el criminal acontecimiento sucedido allá por 1973.

El guion de David Scarpa es adaptación del libro de título homónimo del novelista británico John Pearson y aunque elaborado con profesionalidad no deja de tener lagunas importantes.

Buena la la música de Daniel Pemberton, la puesta en escena recreando la Roma de los setenta, y una fotografía ocre muy pertinente de Dariusz Wolski.

Michelle Williams pasa el corte en su papel de ‘madre coraje’ en su apuesta por recobrar sano y salvo a su hijo. Acompañándola en este cometido tenemos a un Mark Wahlberg que pasa el corte interpretándose a sí mismo. Timothy Hutton es prácticamente inexistente como padre. Charlie Plummer muy normalito como Guetty Jr. Y del que podemos decir que hace una interpretación que roza lo soberbio es del actor canadiense candidato al Oscar Christopher Plummer, el abuelo inmisericorde en una mefistofélica y despiadada figura.

Esta película, es una película de actores presidida por un carismático y superlativo Plummer sin el cual esta obra haría agua por todos sitios. Eso sin entrar a supuponer qué habría sido la cinta con la presencia de un Spacey, otro enorme actor, que de la noche a la mañana ha caído en desgracia, lo cual que aprisa y corriendo Plummer tuvo que rodar las escenas de éste; y a fe que el cambio salió muy bien, se ve que hay mucha profesionalidad.

La película combina flashbacks explicativos en los primeros minutos para luego dar paso al desarrollo del relato en forma lineal el resto del metraje. Un recorrido por la codicia y la soberbia de Getty desde el mismo comienzo, un hombre cuyo único afán y cometido es acumular dinero, frío como el hielo a la hora de soltar una minucia a la hora de salvarle la vida a su nieto.

En resolución, Ridley Scott elige una historia real para retratar (Plummer por medio), el desvariado e increíble ego de la avaricia y la irracional ambición. Lo que cada cual deberá opinar cuando vea esta cinta es si le parece un largometraje placentero y sólido, o si estamos ante una presentación atractiva y resultona pero insustancial. Yo particularmente me coloco en un punto medio: la recomiendo pero con reparos. Creo que la trama se queda en lo básico, que carece de la enjundia necesaria y que el clímax no se acerca a la catarsis. Aunque técnicamente es buena, pierde en el nivel narrativo.