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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Intriga. Drama Una niña aparece asesinada en el bosque de un pequeño pueblo suizo. Inmediatamente las sospechas recaen sobre el viejo vendedor ambulante que encontró el cadáver. Únicamente el comisario Mattei duda de su culpabilidad, pero se acaba de jubilar y deja el caso en manos de un compañero. Ya en el aeropuerto, a punto de despegar su avión, a Mattei le vienen a la mente algunos detalles contados por los niños de la escuela; decide entonces ... [+]
8 de marzo de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director de este film, Ladislao Vadja (1906-1965), fue un cineasta húngaro muy influido por el expresionismo alemán, que incluso trabajó como montador en los años 30 junto a Billy Wilder o Henry Koster, y también realizó tareas de dirección artística en aquellos entonces. Dirigió películas en países diferentes (Portugal, Inglaterra, Italia, etc.) y también en el nuestro. Los años cincuenta fueron su mejor época con obras como Carne de horca (1953), con Pepe Isbert; Marcelino pan y vino (1955); Mi tío Jacinto (1956) con Pablito Calvo; Tarde de toros (1956); o Un ángel pasó por Brooklyn (1957).

Uno de los títulos más destacados de Vajda es el que ahora me refiero: El cebo (1958), un thriller sobre un asesino en serie de niñas coproducido entre España, Alemania y Suiza. El guión está basado en una adaptación de la novela del suizo Friedrich Dürrenmatt, que escribió igualmente el guión de la película.

Vadja sabe dotar al relato de una sugerente atmósfera de intriga y un gran nervio narrativo. Acompaña una gran música de Bruno Canfora que contribuye a elevar el nivel de tensión y misterio, y una excelente fotografía en blanco y negro, idónea para la historia, de Heinrich Gärtner y Ernst Bolliger.

El reparto es muy profesional con dos figuras principales: Heinz Rühmann (genial) y el imponente Gert Fröbe; les acompañan perfectamente Sigfrit Steiner, Siegfried Lowitz, Michael Simon, Heinrich Gretler, Berta Drews, Ewald Balser y María Rosa Salgado, todos con interpretaciones creíbles y acordes al film.

Confieso que he visto esta joya del cine hace muy poco tiempo, y aún no doy crédito al hecho de que esta película haya tenido tan poca trascendencia ni resonancia, pues yo la vi por una de esas casualidades que en la vida se dan y me parecido una joyita.

Creo que Vajda es un director aventajado a su época con este thriller excepcional. Por empezar es pionero en el trato como tema de los denominados “asesinos en serie”, o sea, psicópatas en toda regla; y más aún, es pionero al tratar el tema de crímenes sobre la población infantil, lo que le da un morbo especial a la obra. Pues díganme, ¿a quién no perturba e inquieta profundamente ver a una niña en un bosque solitario con un adulto? Más aún, obvio, si se trata de un tipo con aspecto dudoso o malévolo.

Vadja consigue mantener la tensión todo el metraje de 90 minutos y ello sin recurrir a la estridencia, a la violencia ni a la sangre gratuita. Pero en la cinta se masca la tragedia, y Vadja lo hace de una manera que yo calificaría de naif y surrealista a la vez. El primer calificativo lo digo porque los personajes, los paisajes, la fotografía, y hasta el propio asesino parecen sacados de un cuento propiamente al modo de Caperucita Roja y el Lobo Feroz, solo que trata un acontecimiento criminal real que nos mantiene en vilo. El surrealismo lo atribuyo a que si en algún momento nos preguntamos sobre quién es el investigador principal, incluso podríamos dudar de él, pues nada sabemos de su vida: si está casado, quién es su familia, de dónde procede, nada.

Según mi parecer es por derecho propio una de las películas de intriga europeas más destacadas de los años cincuenta; y otro trato se le habría dado si se hubiera rodado en Hollywood y la industria norteamericana se hubiera ocupado de su divulgación, más medios y distribución. Pues sin duda es una gran película. Si no la has visto, vela y me cuentas.
Kikivall
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