La isla mínima es una joya atmosférica.
Alberto Rodríguez vuelve a conseguirlo, no cuenta nada nuevo pero el cómo lo cuenta es sensacional, moviendo los mecanismos de la narración perfecta a su antojo. Hay pulso, fuerza y sobre todo mucha sabiduría. La película se mueve todo el rato aunque su tono sea sosegado.

Pertenece a ese tipo de grandes películas que se hacían en los 70, con corazón, cojones, templanza y talento. Todo esta donde tiene que estar y la realización es soberana, como la excelente foto de Alex Catalán, la música de Julio de la Rosa y todos los actores (Especial atención a ese monstruo que es Javier Gutiérrez, la persona media llena de mierda)

Escenas como la del seguimiento de los coches en la noche. La escena de la lluvia del final... Buaaaaaa. Como usa la distancia y los paisajes y las miradas. Escena del funeral. Javier Gutiérrez inmenso y Nerea Barros. Puro cine en una mirada. La escena de la mujer caminando de noche que se torna roja..... que bestialidad... o la escena alegórica de animales apareciendo y otorgando, tan sencilla y tan genial, el uso del color y del encuadre todo el rato.

Es una peli, asimismo que contiene calidad y entretenimiento a partes iguales, con un pequeño bajón de ritmo y quizá con la sensación que nos deja saber más de la relación entre ciertos personajes. Pese a todo, gran, gran película, de las que se deberían hacer más, salvaje y minimalista, emocional y quirúrgica, ambiental y misteriosa.
Viva el cine así.