Sabía que Uwe había tocado el cielo con "House of the Dead", pero albergaba alguna esperanza de que en esta nueva entrega el sacrílego director ofreciera un producto al menos igual de redondo.

Y joder, Boll, que tú puedes hacerlo, te acompañan los diálogos, te acompaña el argumento, el retrato de personajes. Y aún me regalas una de tus secuencias más míticas para empezar, ¿cómo quieres que me lo tome? ¿Es acaso ilícito esperar otra obra de maestría incontenible tras degustar aquellos primeros diez, quince minutos?

Pero Boll, compañero del alma, ¿qué haces? Con lo bien que habías empezado, ¡no lo estropees! Estás creando una atmósfera, estás alcanzando el nivel de la serie B chusca, ¡¡¡dios mío, Uwe, no te rebajes!!!

Sé que intentas arreglarlo. Sé que te estás esmerando en las escenas de tiroteos, tratando de recuperar tu gloria perdida a base de tus siempre maravillosos truquitos; sé que esas conversaciones, esas reacciones tan a destiempo, tan estereotipadas, sé que son un reflejo de tu esfuerzo, quiero creer en ti.

¡Pero esto es inconcebible! ¡Tu argumento entretiene ligeramente, e incluso hay cosas que tienen algo de sentido, mínimo, pero lo tienen! Dios mío, ¿en que te has convertido? ¿No te acuerdas, no sabes seguir tus propias reglas? Menos mal que al menos sabes cómo terminar...

Boil, maestro, ídolo de masas, has filmado una obra indigna de tu nombre. No quiero pensar que aquella primera vez fue un momento de inspiración pasajero... no, no puedo. Porque tienes el talento. Tienes los medios. Eres un genio. Pero te has dejado engatusar por el recurso fácil, has hecho una película con elementos salvables y eso es un crimen. ¿Dónde está tu fe, tu devoción absoluta a la consagración del bodrio? Aquí no, desde luego.

Sigo creyendo en ti, pero debes abandonar esta senda de la depravación. No te preocupes, esto sólo es un rasguño, por suerte. Pero joder, no juegues con fuego. No me metas esos sustos.