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España España · Oviedo
Voto de babayu:
8
Drama Relato ambientado en la tristemente famosa cárcel de Carandiru, en Sao Paulo, donde, en 1992, la policía redujo de forma violentísima una revuelta masacrando a más de cien presos que estaban desarmados. (FILMAFFINITY)
23 de marzo de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Héctor Babenco, uno de los grandes nombres del cine brasileiro, a la vuelta de su periplo desigual por los EEUU, esta peli es la adaptación del libro Estação Carandiru, escrito por el doctor Dráuzio Varella, en el que cuenta sus propias vivencias justo antes de esa fecha maldita que titula mi crítica, un buen hombre que trabajó voluntariamente en la Casa de Detenção de São Paulo (cárcel con una capacidad para 4000 "inquilinos" pero con una ocupación de casi el doble), en principio para prevenir la extensión imparable del SIDA entre la población reclusa y luego ayudando a los presos en la faceta médica.
Me parece admirable como el director retrata, con una humanidad apabullante, a ese conjunto de personas a las que sus respectivos destinos (malas artes, mala suerte, etc) han llevado a ese lugar semejante a un infierno en vida. En Carandiru lo que eras o lo que hacías ya no importa, es un microuniverso regido por sus propias reglas, en el que una especie de "entente cordiale" entre los reclusos es el código legal no escrito gracias al cual todo funciona de la manera más adecuada posible en esas condiciones extremas. Indudablemente, hay crueldad, hay enfrentamientos, se respira la violencia, pero en el fondo subyace un respeto entre los reclusos, unidos por la fatalidad que les ha llevado a ese agujero. Lejos de pintar a los guardianes, al alcaide o a los propios reclusos a la manera hollywoodiense, el retrato pintado por Varella demuestra una extraña compasión, una solidaridad hacia todos aquellos que deben pagar con su falta de libertad las deudas han contraido en su vida previa.
Formalmente, la peli tiene dos claras partes: la primera, en la que a través de los ojos del médico vamos descubriendo a los distintos reclusos, que en primera persona y utilizando flashbacks explicativos, nos permiten acceder al porqué de su estancia en la cárcel. Todo ello está regado a menudo con píldoras de humor que creo muy oportunas para que tomemos un poco de distincia del tremendo drama por el que pasa toda esa gente.
La segunda parte es aún más terrible, ese motín inesperado surgido no se sabe muy bien por qué, probablemente por una tontería, como unos calzoncillos tendidos en la cuerda de otro, o un debate futbolístico, produce un cambio: aquí sí que el autor deshumaniza a los personajes, en este caso a los militares, que irrumpen como dioses decidiendo caprichosamente quién debe morir y quién debe vivir; la matanza subsiguiente es tremenda, los presos no tienen escapatoria, se esconden, es una auténtica caza humana en la que la cámara adopta una postura casi documental.
Creo que nos hallamos ante una obra brillante, perlada de numerosas escenas de buen cine, con unos reparto coral espléndido (algún rostro conocido vemos, como Wagner Moura, al que podemos ver protagonizando Tropa de Élite, o al Jerjes de 300, Rodrigo Santoro, aquí haciendo de un travesti simpáticamente llamado Lady Di).
babayu
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