Película infantil hasta un extremo casi intolerable; no sé por qué razón muchos adultos piensan que los niños, en vez de seres complejos, que lo son, deben ser amebas unineuronales, a la hora de pretender encasquetarles productos como éste que nos ocupa: aquí, el Doctor House (uy, perdón, Hugh Laurie) y señora (ay, qué penita, Geena Davis, con las cosas buenas que hiciste en tu pasado) deciden adoptar a un niño para darle un hermanito a su único hijo (típico repelente niño Vicente del cine). Por alguna razón que se nos escaba, el adoptado resulta ser el ratón que da título a la cosa, con lo que se producen unas psicotrópicas situaciones de celos con el otro niño de la familia y con el gato, Snowball (curiosa coincidencia animalesca, pues Snowball era el cerdo que desencadenaba la revolución en Rebelión en la Granja), mientras los papás van a lo suyo, que debe ser darle al polvo de ángel y a los chocokrispis caducados, porque de otra manera no se entiende su estupidez. Luego todo deviene en una especie de thriller dramático familiar psicodélico, de un interés cuando menos discutible.
Lo mejor: el nombre del diseñador de vestuario, Joseph Porro.
Lo peor: el ratoncillo resulta odioso, tal vez por la horrorosa voz que le da Milikito, seguramente Michael J. Fox se lo currara mejor en la versión original.