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Voto de Lucien:
7
7,1
51.990
Animación. Fantástico. Terror
Basada en una novela de Neil Gaiman, narra la historia de una niña que, al atravesar una pared de su casa, encuentra una versión mejorada de su vida: sus padres son más considerados con ella, pero la las sensaciones maravillosas darán paso al miedo y a la angustia. (FILMAFFINITY)
25 de septiembre de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante el viraje hacia la sombra de la animación contemporánea. Coraline se nos vende como una película animada de terror, bajo la factura de un Selick ya consagrado tras Nightmare before Christmas. Muy poco, más allá del brillante acabado técnico, comparten uno y otro film. No es solo que las tramas sean distintas, la una un musical y la otra no lo sea, la diferencia esencial en el papel que el director otorga a la imaginación. Porque Coraline es, en su trasfondo, mucho más amarga que Nightmare.
Selick ha mezclado a Carroll con Hoffmann (sorry, Kafka no concurre: lean el Aminadab de Sartre por las dudas). Hay algo terriblemente siniestro y perturbador en dicha fusión: los mundos paralelos de Alicia se dan la mano con la fantasía del "Hombre de arena", texto tan bien estudiado por Freud. En aquel relato, Hoffman revitalizaba la leyenda del hombre del saco, un sombrío desconocido que se dedicaba a arrancar los ojos a los niños que estuvieran despiertos. Aquí, Selick invierte los elementos. Es el sueño el gran peligro, es la fantasía la amenaza perturbadora y retorcida. El mundo de Alicia es el infierno del que hay que huir, a costa de una castración elemental, la de los ojos, aquí clara referencia de alma y humanidad, frente a los ojos-botones de los muñecos sin alma.
(Sigue en spoiler)
Selick ha mezclado a Carroll con Hoffmann (sorry, Kafka no concurre: lean el Aminadab de Sartre por las dudas). Hay algo terriblemente siniestro y perturbador en dicha fusión: los mundos paralelos de Alicia se dan la mano con la fantasía del "Hombre de arena", texto tan bien estudiado por Freud. En aquel relato, Hoffman revitalizaba la leyenda del hombre del saco, un sombrío desconocido que se dedicaba a arrancar los ojos a los niños que estuvieran despiertos. Aquí, Selick invierte los elementos. Es el sueño el gran peligro, es la fantasía la amenaza perturbadora y retorcida. El mundo de Alicia es el infierno del que hay que huir, a costa de una castración elemental, la de los ojos, aquí clara referencia de alma y humanidad, frente a los ojos-botones de los muñecos sin alma.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Como en Hansel y Gretel, la parábola final es demoledora: más vale volver a unos padres desatentos, a una realidad solitaria, que dejarse engatusar por la amenaza de la fantasía. Porque la imaginación se ha concertido en señuelo, es algo interesado que pone en peligro la propia existencia.
Lo más amargo de todo es que la única salida hacia una felicidad posible es resignarse al mundo real. Coraline acepta que no tendrá jamás unos padres atentos que la escuchen. Sí, se dirá que el final lo atenúa todo, con una escena bucólica en que todo el mundo es feliz. Pero el espectador adulto sabe lo que el espectador juvenil no: sabe que es una escena cliché puesta para tranquilizar a los papás y a los niños, sabe que los grises comienzos serán la pauta de la vida de la niña, que hay más resignación que felicidad en ese instalarse en la vida adulta.
Lo más amargo de todo es que la única salida hacia una felicidad posible es resignarse al mundo real. Coraline acepta que no tendrá jamás unos padres atentos que la escuchen. Sí, se dirá que el final lo atenúa todo, con una escena bucólica en que todo el mundo es feliz. Pero el espectador adulto sabe lo que el espectador juvenil no: sabe que es una escena cliché puesta para tranquilizar a los papás y a los niños, sabe que los grises comienzos serán la pauta de la vida de la niña, que hay más resignación que felicidad en ese instalarse en la vida adulta.