Esta película hoy en día sería imposible de realizar, no vería luz al ser censurada por los círculos feministas (erróneamente, pues no es tanto apología al acoso machista como entretenimiento más bien tonto, pero la intención se entendería; por aquello de disparar primero, -preguntar ya ni hace falta- lo cual el RT facilita y normaliza). Y no sería bien bien recibida en taquilla por el público de hoy, lo cual no quiere decir que no fuera lo que necesitara en su día.

Apetece que caiga bien pero es mala. Demasiado. Frente a la absoluta falta de credibilidad de las circunstancias, y pareja protagonista neurótica a más no poder, sobreactuación aberrante y espasmos de tebeo (en varios momentos me ha costado mantener la mirada debido al sonrojo provocado por algunas escenas, de auténtica vergüenza ajena, por descarado disparate, de muy mal gusto) está el aciago y espartano empeño de un Eduard Fernández horrible de atribuírse a toda costa a Ana Belén, (que no volvería a actuar en trece años) de una manera simple, vergonznarry del todo inconcebible. Sí, en realidad todo está relacionado. Por lo que a mi resulta dicha sinvergozonería no es un buen espectáculo, no tanto porque no lo apruebo como táctica para conquistar mujeres, sino porque como recurso narrativo es limitado y poco sostenible.