Una película interesante que da que pensar, aunque parece que no es su principal objetivo. Comienza con una buena presentación del protagonista y de los personajes principales y acaba tirándolo todo por la borda.

Poco a poco, va creando una trama para retratar de forma muy particular al protagonista. Desarrolla de forma verosímil sus inquietudes y reflexiona sobre la necesidad de sentirse vivos a través de la violencia; encuentra, soprendentemente, vitalidad en el dolor físico. Juega con esa idea potente de forma objetiva y convincente. Con un guión claro y preciso se entiende la historia y se comprende el sentido de la trama hasta que llega el clímax.

En este punto parece que Fincher empiece a dudar sobre su obra. Incluye escenas innecesarias que dan a entender que el film va para largo. Toma un aire pretencioso y desconfiado para cambiar la perspectiva de la película; los extraños problemas de identidad del protagonista, por decirlo de algún modo, toman las riendas de la historia. Olvidadas las reflexiones de la primera parte, se centra en escarbar en un personaje suficientemente trastocado.

Despues de un buen mareo, a la espera de un final deslumbrante, decepciona darse cuenta que las dos horas y poco que dura la película se han quedado en un interesante personaje al que le ocurre una simple trama de ciencia ficción.