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España España · Málaga
Voto de Kaori:
5
7,3
6.736
Animación. Drama. Romance Una joven estudiante amante de los libros descubre que todos los libros que ha elegido en la biblioteca han sido previamente elegidos por una misma persona. Cuando descubre quién es conoce a Seiji, un joven que está aprendiendo el arte de fabricar violines. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2017
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, y aunque yo eso no lo creo a ciencia cierta, sí es verdad que hay mil cosas del pasado, de nuestro pasado, que son mejores que las del presente. Una de las experiencias más cotidianamente bellas y románticas que existen y se han perdido es ese ritual de ir a la biblioteca pública, elegir un libro de las estanterías y encontrar en su interior la tarjeta con las firmas y las fechas de los usuarios que antes que tú han leído ese libro. Esto es una sensación que solo quien la haya vivido o tenga algo de fantasioso y soñador podrá entender. El simple hecho de tener entre tus manos una obra usada por gente extraña que ha hecho lo mismo que tú y ha dejado así su huella de una manera o de otra en las páginas, es algo de por sí tremendamente atrayente por lo que tiene de hermandad entre las personas, de puntos comunes en una cadena que puede mantenerse a lo largo del tiempo. Si a eso le añadimos el ver la letra de esos desconocidos, la prueba imborrable de esa existencia que compartís, entonces la experiencia se vuelve redonda.

Shizuku de «Susurros del corazón» creo que entiende perfectamente esta sensación, y lo cierto es que yo me sentía por completo identificada con ella. Un nombre que se repite en los libros que sacas prestados es suficiente para que se dispare tu imaginación, para evocar un rostro y un alma. La vida también está hecha de irrealidad, o de una realidad paralela en la que los cuentos caben en una tienda de antigüedades y el amor está contenido en una tarjeta de biblioteca. «Susurros del corazón» empieza, así, como un arrebato nostálgico que en 2017 tiene aun mayor fuerza que en 1995. La pasión de la adolescencia se retrata como algo mágico e irrepetible, donde los veranos son un libro que se lee constantemente y los gatos callejeros cogen trenes hacia todas las direcciones... o hacia tu único destino.

Por desgracia, ese encanto de la primera hora se pierden en la siguiente, y ya esta historia se hace mucho más prosaica de lo que esperamos, o queremos, y no sabemos muy bien por qué la protagonista siente esa presión, esa angustia teniendo la edad que tiene. Además, la trama se vuelve lenta y se alarga sin motivo aparente.

Tierna y con vocación de obra maestra. Se quedó a la mitad.
Kaori
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