Cambiando un poco el refrán, habría que decir eso de «tal trapo, tal marioneta»: Brian Henson, hijo de Jim Henson, hereda el buen hacer de su padre y continúa con unos Teleñecos adorables en todos los sentidos. Les quiero, así de claro.

El clásico de Robert Louis Stevenson «La isla del tesoro» es el libro elegido para que estos maravillosos muñecos lo interpreten, de manera brillante, además, porque tiene mérito dotar de tantas emociones y expresividad a unas marionetas cogidas con cables y rellenas de manos parlanchinas. Nos encontramos de nuevo con toda la tropa ya conocida, ayudada de algunos, muy pocos, humanos; entre ellos, Tim Curry. La historia, ya sólo por verles a ellos, empieza bien, pero a medida que la trama va desarrollándose incluso mejora, precisamente cuando creemos que puede decaer.

Muy al contrario. Números musicales vistosos, situaciones divertidas, personajes disparatados, como la tripulación del barco, y una isla de tribus salvajes donde empezará una última recta desternillante, entretenidísima y muy graciosa, gracias sobre todo a una reina Peggy que se ha ganado toda mi admiración por ser un grandísimo ejemplo de mujer y feminidad. Atención a la torta que le pega a cierto ex novio nada más verle. Qué bueno, por favor.

Yo creo que Stevenson no lo hubiera escrito mejor. Todos la disfrutaréis.