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España España · Málaga
Voto de Kaori:
2
Drama Versión libre, de carácter gótico, del popular cuento de los hermanos Grimm, que ha sido ambientada en España durante los años 20. Blancanieves es Carmen, una bella joven con una infancia atormentada por su terrible madrastra Encarna. Huyendo de su pasado, Carmen emprenderá un apasionante viaje acompañada por sus nuevos amigos: una troupe de Enanos Toreros. (FILMAFFINITY)
1 de septiembre de 2014
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya rollazo monumental. Mi desesperación estaba llegado tan alto, que en un momento dado deseaba intensamente que todos se murieran para que la película acabara de una vez. Que se muriera Blancanieves, la madrastra, el apoderado, el toro, los siete enanitos, los espectadores de la plaza, el gallo Pepe y hasta la gallina que le parió.

Esto de ser retro queda muy chic, desde luego, pero no es una cualidad en sí misma. Si el cine mudo tiene, a mi parecer, grandes limitaciones, regresar a él en 2012 cobrará o no cobrará sentido según cómo afrontes el género. Me quedo esperando, no ya la copia y la repetición de unos cánones, que es lo que hace Berger con su «Blancanieves», sino una reinterpretación real, poderosa y rompedora del pasado, que aquí no existe. En este caso, su mayor acierto es que trasplante el cuento de Blancanieves a la España de los años veinte, idea bastante curioso que merece, cuanto menos, que te sientes a ver la película.

Bueno, eso fue lo que pensé, inocente de mi, cosa de la que me arrepiento y me arrepentiré siempre. Desde el minuto uno se apodera de ti una sensación agobiante de aburrimiento y sopor. Secuencias larguísimas de tardes de toros y bailoteo flamenco, y mira que yo soy andaluza, pero esto se hace insoportable por caricaturesco, rancio, exagerado. Vamos, que una hora banal con la niña Carmencita, sus padres, su abuela y sus penalidades es más de lo que una persona puede soportar. La historia no engancha, los personajes te son indiferentes, la esencia de Blancanieves se ve manipulada pese a la candidez y la belleza de Macarena García; y ni te ríes ni lloras, ni te lamentas ni te inmutas.

El final aporta sorpresa y es diferente a lo que uno espera, el blanco y negro es tremendamente agradecido y la fotografía de Kiko de la Rica adorna de vez en cuando una película casi insufrible.

Yo sí que les daba a estos la manzana... Que no, yo no soy tan mala...
Kaori
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