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España España · Málaga
Voto de Kaori:
3
Terror Ésta es una de las primeras versiones sobre el mítico vampiro. Fue realizada por la Universal, productora especializada en el cine de terror. El conde Drácula abandona los Cárpatos y se traslada a Occidente, llevándose como sirviente a un contable. Una vez instalado, se enamora de una joven que ya está prometida. Empieza a a visitarla por las noches y va bebiendo su sangre poco a poco para convertirla así en su esposa. Pero el malestar ... [+]
26 de julio de 2014
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las reliquias cinematográficas gustan tanto, que trabajar contra el cliché del blanco y negro es una tarea difícil y descorazonadora. Que cada cual elija sus gustos y prioridades pero que no trate de convencer a los demás de que una película como «Drácula» de Tod Browning es una obra maestra. Mira, eso no.

Puede que admiremos la osadía de la época al llevar al cabo una adaptación de la novela de Stocker contando con tan pocos recursos, y hasta aplaudamos, con el cariño inevitable hacia lo antiguo, el valor de quienes abrieron camino en el cine, pero también debemos aceptar sin ninguna clase de terror ni paranoia que sobre el vampirismo se han rodado mucho mejores filmes. En un primer momento podemos pensar que el año 1931 va en su detrimento y el cine mudo hace daño, pero es que luego se me ocurre que «Tarzán» es de 1932 y «Sopa de ganso» de 1933. Vamos, que la época influye, pero hay mil formas de utilizar los elementos que el tiempo te ofrece.

Sea como sea, y habiendo sermoneado un poco, me meto ya en el castillo de «Drácula». Decepcionante no es la palabra: yo lo calificaría de desastrosa. Al principio aguanta, se resiste, coletea y finalmente se echa a morir en el ataúd de un guión falto de solidez, angustia e ideas: todo se reduce al loco escapándose como Pedro por su casa y a Drácula visitando a Mina. Los personajes, además, se muestran descerebrados, sobre todo John Harker, que es un pelele, y el propio Conde es un ser sin ninguna ideología o motivación, sin trasfondo de ningún tipo. Añádase a esta carencia la espantosa interpretación de Bela Lugosi, de la cual estoy convencida que no es culpa suya, sino de los otros, que le pedían que pusiera esas expresiones sobreactuadas de ojos luminosos.

Que aburra una película de setenta minutos es una muestra palpable de sus pocas virtudes. Admitámoslo, no pasa nada.
Kaori
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