Supongo que intentaba ir por el camino de los ocho apellidos y afines, pero no salió la jugada. No basta con tener una ocurrencia, porque luego hay que saber desarrollarla con tino y ritmo. El argumento suizo se agota en unos diez minutos y luego hay que discurrir por donde se puede con gags más bien idiotas a base de amoríos no menos idiotas, cura "trabucaire", descarados plagios de "Bienvenido Mister Marshall" y todo lo que viene a mano para salir del atolladero y lograr un largometraje con elementos que a duras penas hubieran dado para un mal corto. Menos mal que no tuve que pagar entrada, porque la conseguí gratis y pude emplear el dinero en un par de copas para recuperarme del mal rato. En realidad don Kepa tenía que haberme pagado a mi por aguantar semejante bodrio.