Nudos europeos -6-

Los que debió hacer Arriaga con algunos de mis amigos, los daneses.
Ya que, tras unos interesantes compases iniciales, el relato que narra la historia de esos dos muchachos relegados a una situación inesperada para ellos, decae en parte, debido al desaprovechamiento de temas que tan bien le hubiesen venido como la exploración del remordimiento o culpabilidad de ambos chavales.
Lo mejor, sin lugar a dudas, es la brillante secuencia a pocos minutos del final, pese a esos instantes harto desafortunados antes de la conclusión.
¿Lo demás? Buenas interpretaciones, adecuada dirección y un mensaje final satisfactorio.

Nudos en la garganta -7-

Los que atraviesan la mía después de oir esas crudas notas, observar como las palpitantes imágenes que muestran a una Blanchett desolada agarrar con fuera la mano de un Pitt afligido y poder palpar el dolor.
El más duro pedazo de vida en un film que rezuma humanidad, y que muestra el desasosiego de un ser por auxiliar a alguien querido, además del sufrimiento y la desolación de modo excelente.
Pitt vuelve a demostrar lo que vale como actor con un papel, aunque contenido, descorazonador.
Iñarritú tiñe la pantalla de crudeza con imagenes vivaces. La conclusión, impecable, el mensaje, directo y conciso. Como debe ser.

Nudos étnicos -6-

Los que se muestran en otro de sus fragmentos, donde un par de infantes tendrán la ocasión de deambular entre costumbres bien lejanas a las suyas, dejando entrever su sentir entre la alegría y la incomprensión de algunos momentos plasmados en pantalla.
Posiblemente, aquí se hallen las mejores interpretaciones. Excelente Adriana Barraza, llevando a cabo su personaje de modo descarnado, bien también por Bernal, que lo conduce notablemente e, incluso, especial mención para los dos nóveles, Fanning y Gamble.
Lógica resolución, a la par que dramática y tajante. Quizá el desatino de alguna que otra situación embarran el producto obtenido, pero sin excesivas consecuencias. Buen relato.

Nudo -7-

La soledad. Ese gran nudo que nos arrastra hacía la aflicción y la tristeza. Que nos maneja constantemente haciéndonos actuar irracionalmente como marionetas.
Ese es el gran nudo que ata a Chieko (enormemente interpretada por Rinko Kikuchi), que le hace tornarse un ser desapacible, sin ni un solo rastro de ilusión o alegría en sus ojos. Un nudo que intenta combatir, pero que avanza más aprisa que ella.
Puede que ciertas situaciones pequen de sobrecargadas, pero el retrato es tan VERAZ, que ningún factor empaña este capítulo de una gran y aturdidora realidad que afecta a la mayoría de las personas.
Excelente conclusión. Excelente plano final. Excelentes emociones.
Iñarritú lo ha vuelto a conseguir. Chapeau.