Extraordinaria película del director británico Carol Reed cuyo excelente guión se basa en la novela de Irving Stone "La agonía y el éxtasis" y que cuenta con una notable fotografía y con unas soberbias interpretaciones de Rex Harrison como el Papa Julio II y Charlton Heston como el vigoroso y atormentado Miguel Ángel. La película -y supongo que también la novela- se centra fundamentalmente en la difícil relación entre ambos personajes. Su relación es complicada, sí, y lo es porque ambos quieren servir y agradar a Dios. Miguel Ángel no quiere ninguna imposición, buscará a Dios y lo encontrará en la naturalidad y en la naturaleza. El Santo Padre rechaza lo mediocre y a las mentes obtusas y obsoletas. Se quedará solo, se sentirá fracasado y, a la luz mortecina de una casi consumida vela, descubrirá el verdadero rostro de Dios.
No, no creo que Dios, en nuestro día a día, espere de nosotros los mayores sacrificios pero, cuando verdaderamente lo amamos, cuando nos damos cuenta de que él es nuestro padre y nos quiere tantísimo, entonces no hay ya sacrificio, sólo buscamos corresponder a su amor. Es tanta nuestra energía, nuestro tesón y nuestro agradecimiento, que nos sentimos únicos en la cima del mundo y, mirando al amable y luminoso cielo, nos gustaría lograr la perfección en las cosas que hacemos (sea uno profesor, artista, Papa o barrendero) para que Dios sienta que, a pesar de nuestros errores, podemos ser capaces de crear amor gracias a su amor.