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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
4
Bélico. Drama Año 1940, en plena 2ª Guerra Mundial. En las playas de Dunkerque, cientos de miles de soldados de las tropas británicas y francesas se encuentran rodeados por el avance del ejército alemán, que ha invadido Francia. Atrapados en la playa, con el mar cortándoles el paso, las tropas se enfrentan a una situación angustiosa que empeora a medida que el enemigo se acerca. (FILMAFFINITY)
16 de agosto de 2017
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que si los contabas, te llevaba varios días, si hablabas con cada uno, varios años de cháchara interminable, y si ya, tirando la casa por la ventana, los conocías, algo, un poco, vidas enteras necesitarías, siglos repletos de soledad y estudio, de minuciosa observancia para tratar de entenderlos o salvarlos.
¿Era Dunkerque o en verdad una Diskoteque? Confundido me tenía Hans Zimmer, no sabía si espectacular banda sonora o retumbante machaconería, chunda chunda en plena algarabía.
Un rato de horror para amenizar la noche pantanosa, calenturienta, fatigosa, de un equidistante domingo veraniego. Una ración generosa de espanto para sembrar de pesadillas metálicas los sueños inocentes de todos los veraneantes. Noches tétricas con Nolan y su séquito.
Aviones en lo alto, peleando una hora llena, barcos de recreo acudiendo sin falta a la llamada ineludible de la patria hermosa durante un día de mucho ajetreo, y miles de hombres apretujados en la playa francesa esperando un milagro que nunca llega durante un mes lleno de pasión y martirio, del puñetero espigón al ladito.
Tres focos de atención para esta historia que comienza con asombro, solemne y salvaje, como un cuadro del Bacon imperioso, y cierra con aburrida convención, conservadora rendición, entregada al patrioterismo más ramplón, muy patotero, y la épica más manoseada.
Película traicionera y traicionada, escindida, ambivalente, anfibia incluso. Que me produce (a mí, nada más y nada menos) sentimientos encontrados. Placer por el despliegue visual sonoro; rechifla, chirridos y grietas en la pura narración. Que es pura contradicción. En su esencia no se sostiene. No casa la denuncia de los horrores de la guerra, su cruel, terrorífica mostración, con la conjunción exaltada del sentimentalismo más panfletario. Ya que lo segundo siempre se ha utilizado para velar lo primero, para camuflar las verdaderas intenciones de los muchos sinvergüenzas que suelen provocar estos conflictos abismales, inextinguibles, eternos (la guerra como pingüe negocio y exterminio atroz). Es decir, que para que las muchedumbres masculinas acudan sin pausa al matadero, uno de los recursos más conspicuos ha consistido en utilizar el hermoso truco de la propaganda, de la ficción como ensueño falsario, de la demagogia tramposa sobre la heroicidad con la fanfarria abyecta de fondo, el sonsonete infame que te incita a entregar tu propia vida, que es lo único que tienes, en aras de causas mayores (las causas de otros, las de los que poco les importan esos cuentos bélicos-patrióticos-sensibleros, los que menos se los creen, de hecho). Por lo que no es de recibo que Nolan juegue a esas dos cartas, a la de la barbarie como reflejo monstruoso de la guerra y, al mismo tiempo, a la de la celebración de los valores más castrenses y aborregados (dícese de morir riendo, de ir cantando a la tumba, de vete tú primero que a mí me da la risa y ya habrá tiempo, mejor mañana, cacho de carne con ojos que pronto serás nada, puro polvo olvidado si acaso), la alimentación más ruin de la coartada que justifica estas enormidades tan asesinas.
No se explican los verdaderos motivos de la contienda. La película es un rompecabezas roto, una cadena sin causa ni fin, descompuesta, puro caos abstruso que sirve de cortina de humo, que oculta los hilos y manejos verdaderos, que finalmente niega lo que aparentaba señalar en un buen principio, el siniestro sinsentido de todo ese pandemónium, su esencia negra e idiota, la maldad y estupidez de tanto responsable o gerifalte y víctima propiciatoria.
Por no hablar de que la película acaba siendo un regodeo felón, un recreo falaz (nada feraz), un juguete malsano que insiste en una suma interminable de escenas que arremeten contra la paciencia del espectador a través de trucos de suspense y tensión muy infantiles y burdos, mil y un ardides para insinuar (groseramente) que alguien va a morir de millones de maneras diferentes (preferiblemente acuosas, ahogados los quiere el dios Marte). Una añagaza de mago viejo y cansado. Poco honesto y muy tahúr. A la guerra no hace falta exagerarla ni jugarla o melodramatizarla, basta con contarla, bien a ser posible; a un incendio pavoroso no hay que añadirle sal y pimienta, basta con ver su calor y color, su luz y ardor.
Aquí igual, sobran muchas escenas, historias* y miradas puramente acumulativas, repetitivas, constantes en la intención de marear y poner en un brete el corazón maltratado del espectador más impertérrito o recio.
Por todo ello casi que mejor la suspendo. Quería espectáculo total y me di de bruces con circo impresionante pero muy banal, inconsecuente y facilón, timorato, entregado y torticero ideológicamente, bastante deshonesto cinematográficamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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