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Voto de Ferdydurke:
8
7,3
2.124
Drama
En el verano de 1935, en la frontera entre China y Mongolia, dominada por señores feudales y bandidos, los miembros de una aislada misión americana se encuentran desamparados tras la invasión del país por parte de Tunga Khan. En respuesta a la urgente petición de un médico por parte de la misión, es enviada la doctora Cartwright, una persona de ideas modernas. (FILMAFFINITY)
27 de julio de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rotundas ideas, claras, en una película no precisamente sutil ni ambigua, que hace apuestas evidentes y plantea disyuntivas clásicas: ciencia o fe, hipocresía o sinceridad, represión o naturalidad..
Incluso resulta maniqueo el enfrentamiento de los dos personajes principales: el de la jefa de la misión, lesbiana que sublima su cruel celibato con "ridículos modos dictatoriales", contra la doctora, tan valiente, generosa, inteligente y directa.
El coro que las rodea tiene más matices y desvíos, cuestiona, enriquece lo previo, el punto de partida que se ramifica y amplía, y además se muestran personajes positivos también dentro del mundo religioso, demostrando de esa manera que no hay absolutos humanos, que en cualquier ámbito hay claroscuros, como se puede apreciar en la rica galería de personajes que nos muestran: desde, por ejemplo, la monstruosa egoísta, que está embarazada y que con el parto se va calmando, hasta la china de la otra misión, sin olvidarnos de la tierna Emma cuya alma y cerebro, y cuerpo, oscilan entre el bien y el mal, entre las dos mujeres que le sirven de ejemplo y guía.
Una obra que en su sencillez poderosa se eleva, crece, y que tiene un final muy hermoso, inolvidable.
Incluso resulta maniqueo el enfrentamiento de los dos personajes principales: el de la jefa de la misión, lesbiana que sublima su cruel celibato con "ridículos modos dictatoriales", contra la doctora, tan valiente, generosa, inteligente y directa.
El coro que las rodea tiene más matices y desvíos, cuestiona, enriquece lo previo, el punto de partida que se ramifica y amplía, y además se muestran personajes positivos también dentro del mundo religioso, demostrando de esa manera que no hay absolutos humanos, que en cualquier ámbito hay claroscuros, como se puede apreciar en la rica galería de personajes que nos muestran: desde, por ejemplo, la monstruosa egoísta, que está embarazada y que con el parto se va calmando, hasta la china de la otra misión, sin olvidarnos de la tierna Emma cuya alma y cerebro, y cuerpo, oscilan entre el bien y el mal, entre las dos mujeres que le sirven de ejemplo y guía.
Una obra que en su sencillez poderosa se eleva, crece, y que tiene un final muy hermoso, inolvidable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El sacrificio de una gran mujer por otras no tan virtuosas.
La tesis de la historia sería que, por mucho horror que tenga dentro, la vida es necesario vivirla de verdad, afrontarla de cara, sin medias tintas, cobardías o mentiras; siempre mejor ese arrojo temerario que la beatería coercitiva, castrante, tan dañina; aunque esa opción, la del valor honesto y libertario, pueda ser terrible, incluso costarte tu propia vida.
Maravillosa Anne Bancroft. Muy bien Margaret Leighton.
Lo mejor de todo son esos breves momentos en los que la doctora se viene abajo, o esos pequeños gestos de cariño que sus salvadas le regalan; una forma delicada de hacernos ver el calado de su gesto, la inmensidad de su ascetismo y renuncia altruista, es decir, que ella es muy consciente de lo que pasa y lo que va a hacer, y no es que la vida no le importe o que no le dé el valor necesario, es justo lo contrario, por eso mismo lo hace, porque considera que vale mucho la pena y que hay que preservarla (se ve también en todo lo que lucha por el niño de la histérica), motivo por el que decide inmolarse; sería una persona que ha logrado trascender el egoísmo y la pequeñez que nos definen con precisión, capaz de ver más allá, que entiende o considera que la supervivencia por sí misma, a costa de lo que sea, no es suficiente, que la vida despojada, completamente desnuda, sin valor moral, solo como férreo atavismo, no tiene sentido. Pero lo bueno de esta narración, de todo esto que estamos comentando, es que no se expone como algo rígido o cerrado, como conceptos inmunes a la realidad, no, la decisión de la doctora surge, acontece, es imprevisible, hasta para ella, se encuentra de bruces con esa realidad, la observa, la entiende, sopesa y decide, cree que es lo mejor para todos y lo acepta, lo asume, sin quejarse ni doblegarse, sin hacer teatro ni colgarse medallas, libre en su fatalismo, consciente de su vida y de su muerte, de todo.
Bella fábula moral.
La tesis de la historia sería que, por mucho horror que tenga dentro, la vida es necesario vivirla de verdad, afrontarla de cara, sin medias tintas, cobardías o mentiras; siempre mejor ese arrojo temerario que la beatería coercitiva, castrante, tan dañina; aunque esa opción, la del valor honesto y libertario, pueda ser terrible, incluso costarte tu propia vida.
Maravillosa Anne Bancroft. Muy bien Margaret Leighton.
Lo mejor de todo son esos breves momentos en los que la doctora se viene abajo, o esos pequeños gestos de cariño que sus salvadas le regalan; una forma delicada de hacernos ver el calado de su gesto, la inmensidad de su ascetismo y renuncia altruista, es decir, que ella es muy consciente de lo que pasa y lo que va a hacer, y no es que la vida no le importe o que no le dé el valor necesario, es justo lo contrario, por eso mismo lo hace, porque considera que vale mucho la pena y que hay que preservarla (se ve también en todo lo que lucha por el niño de la histérica), motivo por el que decide inmolarse; sería una persona que ha logrado trascender el egoísmo y la pequeñez que nos definen con precisión, capaz de ver más allá, que entiende o considera que la supervivencia por sí misma, a costa de lo que sea, no es suficiente, que la vida despojada, completamente desnuda, sin valor moral, solo como férreo atavismo, no tiene sentido. Pero lo bueno de esta narración, de todo esto que estamos comentando, es que no se expone como algo rígido o cerrado, como conceptos inmunes a la realidad, no, la decisión de la doctora surge, acontece, es imprevisible, hasta para ella, se encuentra de bruces con esa realidad, la observa, la entiende, sopesa y decide, cree que es lo mejor para todos y lo acepta, lo asume, sin quejarse ni doblegarse, sin hacer teatro ni colgarse medallas, libre en su fatalismo, consciente de su vida y de su muerte, de todo.
Bella fábula moral.