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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
4
Drama. Romance Johnny Saxby es un joven granjero de Yorkshire que intenta evadirse de sus problemas con el alcohol y el sexo. Cuando llega al pueblo un inmigrante rumano para trabajar en la cría de ovejas, su visión de la vida cambiará de forma radical. (FILMAFFINITY)
26 de noviembre de 2017
10 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho spoiler.
Empezó con el mismo cine. La fórmula. Aunque en realidad es inmortal. Vino con el código genético. Incorporada a la sangre y a las conexiones neuronales. Antes de comenzar a balbucear ya la podíamos recitar. Es platónica. Una idea arquetípica. Anagnórisis. Está fijada y prefijada desde el principio de los tiempos. Antes del Big Bang. Se codeaba de tú a tú con los dinosaurios, vacilaba a los diplodocus y a los tiranosaurios. Resistió las glaciaciones, la desaparición de los neandertales, conoció a Homero y le susurró al oído (pero este no le hizo mucho caso), observó la aparición de los primeros cristianos en el foro romano, llegó a la Edad Media y el Renacimiento, y ahí tuvo todo su apogeo.
Pero fue el cine el que la supo querer y tratar como más se merece. Fue el cine el que desde su aurora callada comprendió con más claridad que las muchedumbres pedían amor pero no desorden, pasión pero no caos, sexo pero no riesgo, comunión pero no fusión, contacto pero con guantes, arrebato distante, fueron los primeros creadores de este bello (a veces) y banal (no siempre) arte los que mejor entendieron que el amor, para que fuese aceptado por la mayoría (igual a mucho dinero) debía ser desnaturalizado y rebajado, neutralizado y adelgazado, convertido en un perrito faldero de conducta previsible y adocenada, que sabes que cuando abras la puerta de casa ahí va a estar para ti, sin peligro, sin juego. Ellos entendieron que la gente tiene miedo, que el deseo se castra desde muy pequeño y muy pronto y que luego ya no hay remedio, solo queda un reflejo, un atisbo muerto, un anhelo fofo, un recuerdo difuso de algo más bello, pero sobre todo miedo. De ahí el triunfo indiscutible e indestructible de la fórmula. Conseguía que el tren no descarrilase y que nadie se manchara, que nada más abandonar la sala del cine cada uno pudiera volver a su hogar como si todo hubiera sido un inofensivo sueño, dispuestos a soportar unos días más de espejismo consolador, de seguridad acolchada, de ficticia felicidad. Por eso la fórmula es parte indispensable de nuestra esencia, la más duradera, la que vemos cuando nos miramos al espejo y escuchamos las noticias, esa esperanza vaga de algo mejor que no sabemos ni cómo. La fórmula.
Fue el cine el que la dio su lugar y la convirtió en la reina de la fiesta, siempre presente, inalterable, sin envejecer ni padecer enfermedades, bañada en la fuente de la eterna juventud.
La fórmula. Y no la de Coca Cola. Ni siquiera la de la patriótica San Miguel.
Es... (sí, algunos más avispados ya lo habéis acertado)... la fórmula del amor, de su narración, de su desarrollo temporal, fiel, ineludible e inexpugnable, como un (otro, distinto del anterior, no nos confundamos, este se llama Fofito, el otro Juan) perro que te sigue hasta la tumba o un corpiño que te aprieta muy fuerte, el cinturón de castidad, el anillo de propiedad, una correa que te ata a la vida y el deber.
La fórmula.
Descripción.
a) Elementos (en sus inicios, pero los factores no alteran el resultado del producto, son intercambiables y variables hasta el infinito, da igual, piezas de engranaje): Chico-Chica.
b) Transcurso o su proceso: Encuentro-Odio-Remanso-Pasión-Remanso-Amor-Remanso-Crisis-Remanso-Reflexión-Remanso-Reconciliación-Remanso-Amor-Remanso-Final-Feliz.
c) Otras consideraciones: Se dice, cuenta la leyenda, que hay algún espectador que todavía piensa que las cosas son más o menos así o que en realidad no hay fórmula, ningún frenesí.
El caso es que a pesar de mi mucha zorrería y escepticismo reconocido, de la gran desconfianza y la sabiduría extrema, al principio y un buen rato después, me timaron, me engañaron, me la metieron doblada los muy cabrones, me tragué el anzuelo, me pensé (pobre de mí) que iba a ser, así parecía y apuntaba por sus rudas maneras, una historia nada convencional, algo original, auténtica, con sincera personalidad, sin concesiones, pura, verdadera, sí, la vida entera.
Hasta... que el padre enferma (de mucha gravedad). Ahí lo vi venir. Cantaba demasiado a giro de guion con toda la (mala y forzada, recurso manido) intención. Pero seguían el beneficio de la duda y el crédito vigente.
Hasta... que el rumano guapo (por cierto, vaya suerte que tiene el muchacho originario. Se le aparece de repente un príncipe azul de los de oro en paño y a todo trapo, para limpiarlo con un paño. Guapo, listo, bueno, valiente, paciente, con oficio, experiencia y muy tranquilo) se marcha. Tardé mucho (imperdonable), lo sé. Pero ahí sí, ya no dudé. Todo el percal pillé. No lo podía creer. Ellos también. Les había cogido cariño, aprecio, mucho amor del bueno. Seguía sus aventuras y desventuras, sus roces, sexos, compañía y goces con la lengua fuera, todas sus revelaciones y desperfectos como caídos del mismo cielo. Tenía el petate hecho. Dispuesto a presentarme en esa lejana granja para que me dieran consejo, cobijo, amparo, regocijo, lo que fuera, que yo también quería comer del mismo plato, donde comen dos tres no molestan y con el padre y la abuela echamos el resto.
Y, de repente, ante esa epifanía o visión estremecedora, me sentí traicionado, estafado, como si me hubieran con otro engañado. No, hombre, no, vosotros no, así no, por favor, también no. Os lo ruego. No.
Pues sí. Que se va. El otro le va a buscar. Se encuentran. Se quieren. Y de vuelta al hogar. A cuidar ovejas, borregos, becerros y si hace falta nos marcamos un degüello. A amarnos como realmente nos merecemos.
Como si vas a escuchar a Stravinski y te meten a Alejandro Sanz, a Cobos, a Nyman, todo bueno, pero tú buscabas otra cosa, a Sid Vicious, a los tres sudamericanos, a Rajmaninov, a Franco Battiato, no ese tran tran impersonal y barato.
En fin, hasta en el campo más olvidado te están esperando con la guadaña en alto, agazapados, dispuestos a darte el palo y salir pitando.
En el spoiler sin spoiler haremos algunas preguntas que ya se estaban echando a faltar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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