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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
5
Comedia. Drama Janet (Kristin Scott Thomas) acaba de ser nombrada ministra del Gobierno, y por ello varios amigos se reúnen en una fiesta para celebrar su nombramiento. Sin embargo, lo que comienza como una celebración terminará de la manera más inesperada. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2018
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Música diegética, ¿se dice así?, variada, rica y sustanciosa, desde Coltrane hasta la Candela latina, acompaña esta pequeña obra de esencia teatral y un blanco y negro que tiene la función, la buena/mala intención, supongo yo, de desnudar el alma de sus personajes, de dejarles en el puro hueso de sus contradicciones y embustes, con la cara lavada, sin afeites, de verdad, nada guapos, a palo y tentetieso.
Lo hemos visto bastantes veces, clase media que quiere ser alta, intelectuales de primera plana, políticos, gente estupenda, la llamada intelligentsia, que frisa o supera los sesenta, que en su lejano día fueron hippies, tuvieron sus muchos ideales, sueños y esperanzas, de izquierdas, y ahora también lo dicen aunque ya no cuela, se reúnen, por un motivo cualquiera, un nombramiento ministerial o cualquier cosa parecida igual de horrenda, y ay, Dios mío, salen a borbotones, como a presión, como si hubieran estado retenidas demasiado tiempo a la fuerza, en la sombra, las cabronas, aguas fecales, todas sus espantosas penas y miserias, o tal vez su minucias más ridículas y necias, groseras y negras, como larvas hambrientas comiéndose un cuerpo muerto, pura nada purulenta.
Con la inveterada característica de que nada de lo que creen/aparentan ser, escribir, decir o pensar se corresponde ni siquiera muy lejanamente con lo que realmente son, hacen, sienten o desean. Es decir, hipocresía, máscaras, mentiras, cuentos, caraduras, impostores.
Seres patéticos que se rebozan en su propia vergüenza y pena, que, sea por el motivo que sea, esta vez se van a ver reflejados en el espejo de su derrota y falacia.
Cangrejos cocidos a fuego lento que se agarran a las paredes de su propia prisión y que en la lucha por la supervivencia, por alargar aunque solo sea un minuto más su ridícula existencia, se enfrentarán unos a otros desesperada, caótica, desquiciadamente se cantan las cuarenta y (algo) se pegan/despedazan.
Arcand en "Las invasiones bárbaras". Koch en "La cena". Branagh en "Los amigos de Peter". Kasdan en "Reencuentro". Ungría en "Hasta luego cocodrilo". Hasta la reciente de una forma muy diferente de nuestro Álex de la Iglesia, "Perfectos desconocidos", hacía/copiaba una idea similar.
Un recurso, por lo tanto, molido por el uso. Que aquí no está mal del todo. Tampoco bien, se arrastra entre la superficialidad más alborotada, cierta elegancia esquinada y varios tópicos que necesitarían ser masacrados con más gracia, pericia y mala baba todavía.
Es un ejercicio nimio, esmirriado, sarcástico en su aspecto más tímido, timorato, falto de tiempo, de aliento, de fuerza, de decisión, de arrojo y riesgo. A mitad de trayecto. Es un esbozo. Ni fu ni fa. Un ay que no veo. Un quiero (o no quiero porque no me atrevo o no sé o tampoco hay que molestar demasiado, es mejor dejar a todo el mundo igual de molesto/contento) y no puedo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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