Comparte el director, historietista, artista gráfico e ilustrador Lorenzo Mattotti (1954) con el autor de la novela original publicada en 1945, Dino Buzzati (1906-72) no solo nacionalidad italiana sino la importancia capital de la simbiosis entre texto e imagen. Buzzati, sempiterno periodista del Corriere della Sera que nunca dio importancia a su reconocida faceta como novelista, concibió esta historia a raíz de unas ilustraciones que dibujó sobre soldados y un rey oso para sus sobrinas. El libro original está ilustrado por él y algunas de estas ilustraciones aparecen en la película.

Mattotti, con el beneplácito de la viuda de Buzzati, Almerina Antoniazzi, a la que homenajea creando un personaje con su nombre, adapta este bello cuento de hombres y osos para su debut en el largo de la animación. El tratamiento especial del color y el estilo de Mattotti invade y protagoniza una historia dividida en dos partes que en su primera mitad es narrada magistralmente por una pareja de cómicos ambulantes, saltimbanquis que los guionistas añaden con acierto al relato original. El resultado es un cuento delicioso con una factura gráfica de una aparente simplicidad que te atrapa y te retrotrae a una infancia inmortal que permanece anclada en el inconsciente colectivo de todos los seres humanos, provocando las delicias de pequeños y mayores por igual.

La segunda parte, comienza donde terminan los finales felices de los cuentos, la historia se vuelve más adulta, sin perder su halo de cuento y las derivadas existenciales muy presentes en Buzzati o alusiones al colonialismo dan otro cariz que invita a la reflexión. Haz y envés de una misma historia para pequeños y grandes.

Un ejemplo más de que la industria de cine de animación europea en general y francesa en particular goza de una fuerte y variada personalidad de calidad ante los estándares  repetidos hasta la saciedad de la industria norteamericana donde la cantidad acaba por agobiar a la indudable calidad que posee. 

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