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España España · MADRID
Voto de ELZIETE:
9
Drama Una mujer a la que le ha tocado la lotería se casa con un presunto dentista. El novio abandonado lo acusa de no tener licencia para ejercer como tal. A causa de ello, el matrimonio vive con dificultades, pero la mujer ahorra compulsivamente. Finalmente, la avaricia y los celos desembocarán en tragedia. Existen dos versiones: la censurada, de dos horas y media, y la completa, de cuatro horas. (FILMAFFINITY)
3 de agosto de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El periodista y escritor estadounidense Frank Norris (1870-1902), publicó en 1899 su novela "McTeague", segunda de las 8 que conforman su obra. Siguiendo los pasos del francés Zola, apostó por un naturalismo descarnado en contraposición a la moral y la estética victoriana que predominaba en su época para contar la peripecia vital de este, minero paleto de buen corazón que aprende oficio de dentistas, conoce el amor, sucumbe al deseo y acaba trágicamente a manos de los pecados inherentes al ser humano como la envida y la codicia. Su novela fue criticada y censurada en su momento.

Se sabe que en 1916 se realizó una primera versión cinematográfica hoy desaparecida y en el 24 Stroheim decidió, para la MGM, realizar el remake.
Claro que tratándose del vienes Stroheim no podía ser cualquier cosa. Llegado a los USA sin un centavo en 1906 se buscó la vida como actor y "asesor" en temas militares de la vieja europa arguyendo un pasado en el ejercito inexistente. Burla, burlando consiguió que la Universal le produjese su primer film, "Maridos ciegos" (1919) sobre un presupuesto de cinco mil dolares que acabaron siendo cien mil. Presagio de sus desfases presupuestarios posteriores. El éxito de la cinta y la buena acogida de la crítica le hicieron dispararse como un cohete pagado de si mismo y de su valía como artista en el nuevo séptimo arte.

Su genialidad tuvo carta blanca con su siguiente película "Esposas frívolas" (1922) pasada tres pueblos de metraje y presupuesto. Todo esto se acabo cuando chocó con la historia. Un tal Irving Thalberg, madre de todos los productores posteriores, decidió que el arte estaba muy bien pero siempre que el culo del espectador pudiera aguantar en la butaca y sus monedas fueran las suficientes como para poder seguir haciendo más arte, aunque durase menos. Así es que con el siguiente proyecto del vienes lo puso de patitas en la calle.
Y aquí llega "Avaricia", avaricioso proyecto que Stroheim le cuela a Goldwyn y que consiste en llevar a la pantalla la novela de Norrris, con un guión con más páginas que la propia novela.
Quiso el destino que Goldwyn se asociara con la Metro y el "taimado" Thalberg apareció de nuevo. De las 9 horas iniciales, Stroheim tuvo que recortarlas a 4 y Thalberg acabó metiendo la tijera y las dejó en dos y media.
Este choque entre Stroheim y Thalberg se viene utilizando como el choque entre la libertad creadora del autor director y el mercantilismo de la industria en manos del productor insensible. Tachar a Thalberg de esto último es no saber quien es y que hizo por el cine este señor.
En cualquier caso lo que queda de todo lo que rodó Stroheim en cualquiera de sus versiones nos muestra que se lo tenía muy creído y con razón. Desde la forma de abordar el trabajo (seria muy extenso contarlo), hasta el recital de montaje, secuencias, planos y lenguaje narrativo, no todo original por supuesto, pero si compendio y avance de todo el cine posterior en decadas. Diez según Billy Willder y veinte según el propio Stroheim. Hay que quitarse el sombrero.
Lo mejor que se puede decir es que si uno puede parar la cinta para ir al baño o aguantarse lo suficiente, la película no solo es un prodigio técnico sino que interesa, conmueve, aterroriza, etc, etc, pasados 90 años.

Como documento histórico de la vida común de su época es impagable. Fue un fracaso comercial en su momento. La cantidad de comentarios y propuestas que suscita su argumento y los personajes, da para un libro. Ármense de paciencia y las casi cuatro horas de cine mudo nos hablarán de muchas cosas, buenas y malas de nosotros mismos.
ELZIETE
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